Cinco menos cuarto.

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Narra Pablo, el chico barbita. 

Han pasado 5 días desde la última vez que ví a Azahara, desde la última frase que me dijo, esa que nunca olvidaré y me duele tanto esto que desde entonces no puedo dormir. Me paso las noches en vela imaginando que está conmigo y componiendo. Me han roto el corazón y eso provoca que ya tengo 3 discos más escritos, y va para largo. La necesito. 

Sé que no debí irme de esas maneras pero ella no debería haber soltado esa frase que no quiero ni recordar, ¿qué yo le decía como estaba mejor? Venga hombre, y qué más. Solo quería ayudarla. Está en los malditos huesos, aunque sigue siendo preciosa, pero eso no es bueno coño, nada bueno. 

La rabia se apodera de mi cuerpo cada vez que pienso en ese momento. Porque me fui y ella no vino detrás mía y yo esperaba eso, y un perdón, y lo sigo esperando. Son las 4 y media de la mañana, me levanto a coger el móvil porque veo que esto de estar despierto sigue para largo. 

Me hago una foto entre las sábanas, voy a matarlas como suba esto, y lo hago. Estoy leyendo los comentarios de las chicas nocturnas que ahora mismo están despiertas igual que yo ¿Sufrirán lo mismo? Ojalá que no. Mientras reviso Instagram mi pantalla se pone en negro y al instante aparece una llamada entrante; María. 

¿María? ¿A las 5 menos cuarto de la mañana? Esto no es nada bueno. 

Cojo el teléfono nervioso y solo escucho:

- Pablo, no hay tiempo para hablar, coje el coche, rápido, estamos de camino al hospital. Rápido. 

Y cuelga. Cuelga sin más. Los nervios se apoderan de mí y mi corazón va a mil por hora, lloro, lloro de rabia, de impotencia, ¿qué ha pasado? ¿Azahara? No, por favor, otra vez ella no. Que no me haga esto. 

Me tiemblan las manos y no puedo ponerme la camiseta normal. Ni me pongo zapatos, voy con chanclas aunque hace frío y más de noche, pero más frío que yo por dentro no hay nada. Abro la puerta tan fuerte que casi la tiro y salgo corriendo bajando las escaleras a toda prisa mientras cojo las llaves del coche al vuelo. 

- ¿Donde vas? -Pregunta mi madre desde la cocina con un vaso de leche entre las manos y del susto pego un salto que casi me caigo al suelo. 

- Mamá, Azahara está en el hospital, no sé qué pasa, luego hablamos. -Ciertamente no sé si es Azahara la que está en el hospital, pero me lo imagino, si no no me llamarían. Me acerco a la cocina y beso la frente de mi madre estirando todo mi cuerpo. 

- Esa niñita te trae por la calle de la amargura. - Farfulla mamá. 

- ¿Qué le vamos a hacer? -Digo con una sonrisa falsa en los labios y salgo tan rápido y tan a oscuras que me da la sensación de que me caeré en cualquier momento. 

Me subo al coche, me pongo el cinturón, compruebo los espejos y respiro hondo. Pongo el cd de Adele, necesito relajarme o al final acabaré yo también en el hospital por un accidente. Respiro hondo diez veces, bueno 6, y salgo disparado dirección el hospital. 

OscuridadWhere stories live. Discover now