Maquillaje.

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Narra Azahara, la protagonista.

Dos meses después de nuestro último adiós, de nuestros dos besos de despedida, de su mano en mi cintura, de mis lágrimas... Dos meses después mi vida solo ha ido a peor.

He vuelto a recaer y sigo sin comer, o comiendo poco, no es que no quiera, es que no puedo. Un nudo constante sigue en mi garganta. Se me están marcando las costillas, eso me gusta, y los huesos de las manos, eso también me gusta. No estoy conforme conmigo misma, ni con mi cuerpo, y si pudiera adelgazaría más. Cuando me miro al espejo sigo viendo la misma chica gordita, con sobrepeso y sin autoestima. Antes veía a Pablo abrazándome por la espalda y eso me hacía sonreír.

En dos meses he salido lo justo para ir a clase y volver. Pero creo que no es lo mío y lo voy a dejar. Quiero estudiar estética. Todo ha cambiado desde nuestro último adiós, mi cuerpo, mis pensamientos, su cuerpo, etc. Lo único que sigue intacto son mis sentimientos.

Me siento en la mesa porque tengo que hacerlo. Mamá sabe que no como, dice que se me está notando demasiado y que no es serio y se empeña en llevarme al hospital pero yo me resisto. No quiero tener que repetir todo lo que ya viví. Reparte tres platos. El mío acaba en el estómago de Troy, como todos los de los últimos dos meses. Me levanto. Bebo un vaso de agua fría y me miro en el reflejo de la tele apagada.

- Voy a subir a acabarme de arreglar.

- No come nada...- susurra mi madre a María- al menos un trozo de pan, venga por favor Azahara.

- No puedo, lo siento. Hoy tengo el estómago cerrado.

- Yo hablaré con ella. -Dice María mientras se levanta de la silla.- Vamos arriba, Azi.

Yo asiento y empiezo a subir las escaleras.

- ¿Tía te ves últimamente? -dice mientras me dirige, agarrándome por los hombros, delante del espejo.- Mira tus ojeras, tu pelo lacio, mira como se te marcan los pómulos, mírate la clavícula... Azahara, que uses ropa ancha, chaquetas gordas y bufandas no niega que estás anorexica.

- ¿Anorexica? ¿De qué vas tú? De anorexica nada tía, que las ojeras son de no dormir esta noche y hoy no tengo hambre. Entiendeme, coño. -Exclamo enfadada aunque sé que María tiene toda la razón, pero no puedo cambiarlo.

- Tía como esto no cambie en menos de una semana te juro que te agarro de los pelos y te llevo al hospital, parece que no aprendes de una.

- Fue a hablar la que me hace mucho caso a mí.

- Este tema no es lo mismo que mis tonterías.

- Lo que tú digas.

- Maquíllame y cállate, va.

Pongo los ojos en blanco y la empujo para que se siente en váter mientras la maquillo. Me siento mareada pero supongo que son los nervios así que sigo delineando el ojo de María mientras enarco las cejas rezando por no caer aquí desmayada.

Por suerte salimos de casa vivas las dos y bien guapas. 

OscuridadWhere stories live. Discover now