Cazar.

209 20 1
                                    


Narra Pablo, el chico barbita. 

Después de andar un buen trozo encuentro el restaurante que estaba buscando. Vine aquí a cenar cuando hice un concierto y quedé encantado tanto con el trato como con la comida. Lo que pensaba que estaba más cerca y he aparcado muy lejos. Llegamos y me acerco a la barra. 

-¿Me preparas una mesa tranquilita? -Digo sonriendo al camarero. 

-Hombre Pablo, cuánto tiempo, por supuesto. Subid arriba, hay unas vistas maravillosas. 

-Perfecto. Gracias. - Sonrío y agarro a Azahara de la cintura y le indico por donde debe ir. Ella coge mi mano y la entrelaza con la suya. Sigue sin soportar que toque su cuerpo durante mucho rato y eso me incómoda mucho.

Llegamos a la mesa y retiro la silla para que se siente, la acerco a la mesa y me siento enfrente de ella. Hay cuatro mesas ocupadas en la sala. En una de ellas está Paz Padilla, gran amiga fuera y dentro de cámaras. Está con su marido y su hija. Decido acercarme a saludar.

-Azahara voy a saludar, ahora vengo. 

- Vale. -Dice y se gira para ver quién hay conocido, pronto se da cuenta de quién es ella y sonríe tímidamente aunque con cierta expresión de confusión. - Ve, tranquilo.

Me acerco y pongo la mano en el hombro de Paz Padilla. 

-Hola, corazón. 

-Hombre, hola Pablete. ¿Qué haces tú por mi tierra? -Dice mientras se abalanza a mí para abrazarme.

-Pues nada, -digo mientras le doy la mano a su marido y acaricio el pelo de su hija, que lleva dos coletas y toco suavemente para no despeinarla. Ella sonríe.- he venido con una amiga a comer. -Digo mientras me giro para señalar a Aza. Está mirando la carta y no se le ve la cara con el pelo. 

-Anda, qué bien. Una amiguita. - Dice Paz mientras sonríe y pone tono de curiosidad.

-Sí, es solo una amiga, nada más. -Digo quizá con tono seco, pero a nadie le importa lo que es.- Una gran amiga. 

-Bueno, pues disfruta del día, a ver cuando te pasas a verme por Telecinco. 

-Cuando me invites, lo mismo digo. - Y me acerco para besar su mejilla y sonrío a su hija. Me doy media vuelta para marcharme y me muero de ganas por volver a sentarme con Aza. Escucho de fondo. 

-Qué bueno es este chico, la que lo caze debe cazar un tesoro. -Es un cumplido por parte de Paz pero a mí no me sienta muy bien. A mí nadie me caza. Decido ignorarlo y seguir hacia la mesa donde está sentada Aza. 



OscuridadWhere stories live. Discover now