Capitulo 24

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"Este capítulo será del pasado, necesito avanzar sobre ellos para que la novela vaya tomando sentido y haya más Guen y Orion ^•^"

— vamos shiba —Seira intentó convencer a su hermana mayor para que la dejar ir al pueblo sola–

— no, madre se enojaría si vas sola y Axtros está de viaje...

— papa y mama no se entrarán –gimoteo, su hermana rodó los ojos y ella chillo– estoy aburrida de estar encerrada.... Ya tengo quince años y soy mayor para cuidarme sola.

— Seira Kaire lébedev no irás, todas estamos muy ocupadas con el disturbio de la muerte de Horu.

Se mordió el labio para replicar que le importaba una mierda lo que el asqueroso rey  de los dioses se hubiera muerto, el había sido muy grosero con su madre y estaba feliz de que hubiera muerto.

Pero iba a seguir insistiendo en salir al pueblo, quería comprar muchas cosas y ver a la gente, reír, hablar, ver a los ancianos charlas y a los niños jugar... Pero estar ahí, en el principal templo de su madre encerrada en la cima era muy aburrido.

— está bien —se rindió, saldría a escondidas.– iré a hablar con Abdul para que me enseñe sobre el cultivo...

— ni se te ocurra salir a escondidas Seira...o juro que te morderé el culo y lo colgare en la balanza de la capilla central para que los pueblerinos lo vean ¿si?

¿Con ese amenaza quién no se cedería? Asintió y corrió legos de la cámara central donde estaban sus hermana haciendo estragáis. Se agarro la falda del vestido y corrió hacia el corredor que daba hacha afuera a la parte de un pequeño guardián sobre la base del gran templo. Vio a Abdul que parecía centrado contando los granos de maíz.

Se acerco alegre y le quitó la canastilla de las manos y corrió, el comenzó a regañarla por su comportamiento pero le gusta hacer enojar al cascarrabias del anciano.

Estaña contando los granos de maíz y su aburrimiento iba creciendo a grandes escalas, una hora después dejo de ayudar Abdul y fue a la habitación de lectura, intentó buscar unos pergaminos pero ninguno le llamo la atención, así que saldría de ahí a como fuera, sólo estaría un rato en el mercadillo y regresaría temprano, sus hermanas no lo sabrían.

Aveces odiaba la casa de su madre, más a bien odiaba que el templo central que residía su madre, fuera demasiado elevado del suelo y grande, con demasiados pasillos, habitaciones y de mucha gente viviendo, que le servían.

Quizás media hora o una hora buscando una salida y no ser atrapada le llevo, se puso la capucha de la capa y salió al pueblo, la gente parecía tranquila a pesar que un desequilibrio entre los dioses se estaba formando.

Fascinada compro muchas cosas, platico con varios ancianos y los ayudo a llevar cosas que ellos no podían, cansada decidió ir al bosque lejos del pueblo, donde estaban las grandes montañas nevosas.

Camino por un sendero, le gustaba el ruido de las hojas meciendose por el iré, el cantar de las aves era muy relagante.  Llego hasta el arrollo donde su padre solía pescar, se sentó sobre una roca y comenzó a quitarse las  sandalias para después remojar los pies en el agua fresca.

Pasado unos minutos se dispuso a curiosiar por el lugar, llego hasta el templo, este no había sido destruido. Subió las escaleras y los cuencos de mármol se encendieron para dar luz al lugar, estaba frío y desolado.

En el fondo lamentaba lo sucedido a Horu, sólo lo había visto una ves y el hombre fue muy grosero con ella, diciéndole basura humana, lo cual llevo a una furia a su madre y amenazo al dios por su insolencia cosa que había creado un odio entre ellos, Hator podía ser muy rencorosa a como era amorosa, tenía poder sobre los dioses y todos lo sabían, ella podía buscarlo y sentenciarlos a muerte sin importar lo inmorales que fueran, su palabra era ley y era cumplida.

2° DULCE TENTACIÓN. (Sin Editar) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora