Las lágrimas surcaban sus mejillas, apretó los ojos llena de ira e inhalo hondo para controlar el nudo de emociones que obstruían su garganta, se limpió las lágrimas y se acerco a donde estaba Darius.
Estaba pálido, en su rostro se podía ver la preocupación que sentía al ver a su compañero en cama, poso una mano sobre su hombro.
— el va a estar bien....—intentó sonar lo más segura posible— Alan es fuerte y te ama...
Pudo sentir el hundimiento del ánimo de Darius caer, se sintió faltan. Ella comprendía muy bien ese sentimiento que el estaba sintiendo, ¿porqué les estaba pasando esto a los dos?. El destino podía ser muy cruel cuando se lo proponía.
— aveces dudo de que en realidad me ame... Que soy el único que intenta que "esto" funcione —dijo Darius mientras se pasaba una mano por la cara– no es el mismo... Todo en el... Ah cambiado, Guen.
— lo siento... Desearía que no fuera así... Pero uno cambia cuando le suceden muchas cosas y Alan no lo ha tenido bien. —miro a Alan que estaba durmiendo– iré a fuera mientras tu lo cuidas.
Abrió la puerta y salió, con cuidado la cerró no quería levantar a Alan, dejaría que Darius se empapara de el mientras ella circulaba por la casa de Orion. Oh como dolía pronunciar su nombre.
Deambulo por los pasillos, vio diferentes cuadros, cada uno de épocas distintas, lo que más le llamo la atención fue que en diferentes cuadros estaba la misma chica.
La misma chica en diferente escenas, riendo, durmiendo, mirando intensamente al que había pintado el cuadro. La joven no debía de tener más de quince años, ojos ambarinos, piel tersa y clara, cabello cobrizo lacio hasta la cadera, trenzado. El vestido blanco con adornos dorados la habían resaltar más aumentado su extraído baria belleza.
Siguió caminando y viendo, se dio cuenta de que estaba en el ala que Orion había prohibido ver. Lo mejor era regresar.
Antes de darse la vuelta vio un cuadro, la chica de antes cargaba a un hermoso gato negro de ojos verdes, era bastet, si, era la gatita de Orion lo sabía por que el mismo collar que tenía bastet lo tenía el del cuadro, entonces su mente hizo clic.
La chica era la misma por la que orino había gritado su nombre, la joven era Seira. Oh Dios mío. Se tapó la boca con las dos manos.
Seira era egipcia o tenía descendencia egipcia, tantos años atrás está joven había ganado el corazón de Orion y todavía lo seguía teniendo. No era rival para ella, jamás podría luchar contra alguien así.
— no deberías estar aquí. —un voz gruesa y ronca la sobresalto–
Se giró con el corazón latiendole a mil por hora, no era Orion por que la reconocía su voz. Sus ojos chocaron con unos ojos carmesí sin iris, el rojo cubría todo lo redondo, aquel hombre era guapo, demasiado guapo para existir, complexión dura y maciza, alto y delgado pero fornido, cabellos azabache y una piel Olivea que resultaba exquisita.
— ¿quién es usted? —dio un papa atrás y se preparó para atacar si era necesario—
— tranquila lobita, sólo he venido a buscar algo de orino —el hombre sonrió y paso por su lado.– soy muchas cosas, pero si me dices algo interesante te diré mi nombre. ¿Qué te parece?
Lo miro dudosa, vio como abría la puerta al final del pasillo, dudo si en ir o ir por Darius.
— si quisiera matarte ya lo estarías loba, los acontecimientos te hicieron muy miedosa —chasqueo el hombre— se muchas cosas de todos, como por ejemplo, tu amigo sufrirá por el mismo chico que está postrado en esa cama.
— ¿qué!? –medio grito— usted no....
— mira –el hombre la miro muy seriamente— yo no me justifico ante nada, ni nadie, soy el amo y señor de todo y te vendría muy bien no cabrearme ¿si?
Guen asintió y comenzó a segirlo.
— me agrada que entiendas, no todos los lobos son inteligentes –había repulsión en su voz– pero Alexa tiene un camino interesante que hace que me agraden más los lobos.
Ese hombre parecía saber muchas cosas, eso le sabía miedo, al entrar al cuarto su corazón se congeló y su alma se quedo de piedra. Esto...
— aveces nos es difícil deshacernos de lo que más nos hizo feliz —dijo aquel hombre— nos aferramos a las cosas con tanto ímpetu que se recrean.
Una risa suave y femenil se escucho.
Guen miro las imágenes moverse, Seira corría por el bosque mientras Orion la seguía. Un pedazo más de su corazón cayó al vacío. Eran recuerdos de Orion, el los guardaba y protegía.
— el dolor no te hace más débil Guendolin —brinco al escuchar la voz del hombre— te hace más fuerte y tu, lo serás, Orion va a necesitar mucho de tu fuerza.
Ella negó.
— el dejo claro que no significo nada....
— puede ser un capullo, pero tiene sus motivos, ¿no puedes culparlo por ser así? –vio que señalaba las imágenes de el con Seira– amo y fue amado con la misma intensidad, el no tuvo amor de sus padres, fue repudiado y lo arrebataron de su madre, cuando recibió amor ¿que hizo?
Entendía lo que quería decir aquel ser, Orion se entrego al conocer la reciprocidad del amor, fue como un hombre muerto de hambre pero en ves de comida era de amor, Seira se lo dio por lo que podía ver, podía ver amor entre los dos y aunque una parte de ella le dolía la otra se alegraba de que Orion conociera lo que era el amor.
— yo...–no podía hablar, sentía un nudo en la garganta que le impedía decir algo–
— hay demasiado en juego, pero tu –había determinación en la voz del hombre– vas a impedir que Orion caiga, vas a ser su pilar, vas a hacerlo entender que la maldición que el sabe no pasara, para eso Guen tendrás que ser fuerte, no te prometo que las cosas serán fáciles, Orion no lo ara pero tu tienes que ser más obstinada.
— no, el ama a Seira y puede estar con ella ahora....
— ¿no lo entiendes?
— ¿qué cosa?
— Seira está muerta, su vida estaba prestada por el tiempo, ella sólo es un cascaron vacío que vaga por la crueldad del destino, ella amo dos veces y su destino fue morir, ahora sólo estaba aquí para terminar lo que pasó, para descansar y tu vas a ayudarla.
No entendía, a que se referirá en ayudarla, eso lastimaría a Orion y ella no quería.... Todavía se sentía herida por las palabras de Orion.
— ¿cómo?
— lo tendrás que averiguar tu sola, es tu destino Guen yo sólo te di unas pistas —todo comenzó a volverse borroso–
— ¿¡Que!? Oye no se tu nombre...
— muchos me dicen Ymir, unos guardián, otros el dios del tártaro....ya te dije mi nombre pequeña loba —el hombre desapareció–
Cayó al suelo de la sala con brusquedad y su mete parecía dar vueltas. Las cosas se podría más interesantes o difíciles, no sabía que tenía que hacer ella.
•••••
Nuevo capítulo :)
Aviso, tardare en actualizar, tengo muchas cosas de la escuela sólo eso diré, puede que no actualice cada fin de semana, no me da tiempo de escribir y ahora me tome un ratito y escribí este capítulo.
Nos vemos :)
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2° DULCE TENTACIÓN. (Sin Editar)
Hombres LoboAveces no puedes controlar el destino, sólo puedes nadar con la marea y esperar el punto final. Ellos dos eran tan diferentes pero se necesitaban el uno al otro hasta el punto de respirar el mismo aire. #2 #segundo libro (sigue después de reclamada...