Capitulo 19

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>> pasado<<

La diosa observaba a su hija bailar por la antesala del templo, la luz que desprendía era armónica, como un canto de sirenas para arrullar a un bebe recién nacido.

Observo como la joven deja los cuencos llenos de frutas sobre su altar, para luego encender las velas que aromatizaban el lugar, muchas mujeres venían a su templo a rendir le tributos o sólo adorarla.

Este templo era específicamente para su adoración, estaba estrictamente prohibido sacrificar o serían castigados, el aleteo de unas alas hizo que posara su vista lejos de su hija para ver a sus otras hijas. Vio shiba, shine y sakur sus tres hijas mayores, cuando dejaron su forma de arpías para tomar forma humana.

Las tres miraban a la muy contenta Seira, ella la única debilidad de todas, su amor por ella era tan gran que todas destruirían el mundo si alguien decidía lastimarla.

— madre —su hija mayor le hablo–

Salió dentro de la figura de piedra de ella misma, para estar frente a sus tres hijas. Las tres eran tan diferentes, desde rubias a morenas, desde azules zafiros a negro obsidiana, todas eran diferentes y únicas, las amaba con cada fibra de su ser.

Ellas habían estado ahí para ella cuando le arrebataron a sus dos hijos, sus adorados hijos... Estaban siendo criados por otras diosas y ella no tenía derecho a verlos ni a buscarlos, nunca le dirían madre.

Controló su temperamento y luego les dedicó una sonrisa amorosa, sagazmente miro a Seira que estaba hincada dando sus plegarias por todo ser vivo, ladeo una sonrisa.

Entro a la sala que estaba adornada al estilo egipcio como su cultura natal. Los siervos caminaban de allá para acá, limpiando y acomodando.

Sus joyas sonaban a cada paso que daba avisando a todos de que ella estaba ahí, aquellos que le servían y adoraban comenzaron a inclinarse, ignoro tal opulencia y entro al salón privado donde había una alfombra rodeada de un montón de almohadas dos esclavas se inclinaron, paso de largo y se acostó sobre el monto de almohadas, una de sus esclavas tenía un abanico y comenzó a soplar aire, espero a que sus hijas hablarán.

— madre....—sakur sonaba nerviosa y evitaba mirarla— no pudimos acercarnos....

Su ira relampagueo, por las miradas de miedo de sus tres hijas supo que sus ojos habían perdió la iris, dejando sus ojos de color del oro fundido como un remolino dorado.

Alzo una mano y se quitó la corona de oro, su esclava Farut agarro la corona y se la llevabo.

— una copa de vino —ordeno. Luego les dedicó una mirada severa a sus hijas— explicate Sakur

— Horu tiene un hechizo que protege a los niños –hablo shiba–

Horu, como aborrecía a ver dejado que ese macho la fecundara, el maldito dios de la creación le había alabado con hermosas palabras tan falsas como el mismo, le había arrebatado a sus hijos después del parto y lanzado un hechizo, Hator no podía ver a su niños y eso la enfurecía.

— maldito dios —mascullo enojada– vigilen a la pequeña Seira, su padre anda de pesca.

— si madre —contestaron a la par las tres— ¿podemos llevarla a jugar con la demás?

— háganlo, pero recuerden —las miro— su hermana es humana y cualquier daño sería fatal.

Recostada entre las almohadas de pluma de pavo real y la copa de vino en su mano derecha, dejo que la tristeza la embargará, nunca podría quitar ese dolor que llevaba dentro de ella. Horu le había prohibido conocer a sus niños...maldito seas dios.

2° DULCE TENTACIÓN. (Sin Editar) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora