Capitulo 40

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Guen se sentía incómoda con la presencia de Seira, admitía que una parte de ella estaba celosa de la antigua ex mujer de Orion y temía que el la dejara por ella.

Las llevo al claro que estaba cerca de la mansión pero a la ves lejos, observo que la luz del sol daba en el centro del lago dándole una vista mágica y mística.

Decidió sentarse sobre un tronco caído, vio que Seira caminaba hasta la orilla del lago y como si el agua estuviera viva y muriera por tocarla comenzó a hacer olas para acariciar los delicados pies de Seira.

En el fondo su celos radicaban de la inseguridad de ella misma, ver a ella y a Seira no le acentuaba nada bien. La chica era una belleza de otro mundo, ojos ambarinos grandes y expresivos que irradiaban un brillo sin igual, su melena ondulada hasta por la cadera libre y despeinado, enmarcaban su hermoso rostro egipcio, labios rosados, pestañas espesas y negras, cintura pequeña, pechos pequeños pero bien formados.

Escucho su risa y vio que Seira le hablaba a un pez, este parecía entenderle porque se fue y al segundo regreso con lirio en la boca.

— gracias –le dijo Seira al pez— ¿son tus flores favoritas?

Frunció el ceño para entender si la pregunta era a ella o al pez.

— es a ti Guendolin

— oh... Si

— antes de que lo preguntes, siempre se cosas de las personas con tan sólo verlas —Seira le dedicó una mirada triste— dime Guen, ¿porqué me odias?

Odiarla era una palabra fuerte para ella, simplemente sentía celos de que Orion no pudiera dejarla en el pasado.

— no te odio –le respondió muy sería– en realidad estoy celosa de ti.

Se sonrojó al decir la verdad, el rostro de Seira fue desconcertante pera después reír.

— no tienes porque estar celosa de mi, Guen. Orion y yo jamás podríamos estar juntos –tanto sus palabras como sus ojos le indicaron a Guen que la joven cargaba con demasiado dolor del que una persona debería soportar– me imagino no te a los dicho o sigue sin recordar... Pero me inclino por lo segundo.

— no entiendo a que te refieres.

— prométeme que lo que te diga no cambie tu juicio hacia Orion, ni  que de tus labios salga nada. —se tensó ante el misterio y seriedad de Seira— lo que te diga se queda entre nosotras.

¿Por fin se acabarían los misterios?, ¿estaba lista para escuchar todo? No, nunca lo iba a estar pero aquel era el mejor momento para escucharlo.

— está bien, lo juro por mi sangre y mi vida –se hizo un corte con una uña y dejo que la sangre cayera a la tierra para sellar su juramento–

— antes de empezar ¿que sabes de Hator?

— casi nada –negó abatida–

— Hator fue la amante de Horu, dios de la creación, de esa aventura nació un niño... Ese niño fue arrebatado de los brazos de su madre para llevarlo a otra. La reina de los dioses no podía concebir por lo que acepto al hijo de la amante de su esposo, ese niño fue llamado Orion.

Guen no pudo evitar soltar un grito de horror, Orion era.... No pida ser cierto, ellos jamás...

— no miento Guen, no te has parado en pensar porque yo y Orion tenemos el mismo color de ojos, el mismo color de cabello... Orion es mi hermano —pudo ver que el dolor se filtraba de los ojos de Seira– nos enteramos en malos momentos... Yo no lo sabía, cuando mi madre se enteró de que había dejado de ser casta y pura exigió saber quién había sido el hombre que me llevo a romper mi promesa de permanecer virgen.

2° DULCE TENTACIÓN. (Sin Editar) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora