—¿Dónde andabas? —pregunta mi madre apenas atravieso la puerta principal.
No hace falta mirar dos veces para saber que está borracha. Está sentada en la mesa de madera, la espalda encorvada, una botella vacía frente a ella y otra recién destapada temblando en su mano. Me detengo un segundo antes de cerrar la puerta. Sus ojos me buscan, y los míos, temerosos, bajan al suelo.
—Te hice una pregunta, mocosa. ¡Responde! —grita, golpeando la mesa con el puño.
Me sobresalto y respondo lo más rápido que puedo.
—Estaba ayudando en el mercado...
—No te di permiso.
Su voz está empapada en alcohol y rencor. Ahí vamos otra vez...
—Eh... lo sé. No quise molestarte porque... estabas ocupada con...
—¡Dilo! ¡Estaba revolcándome con un hombre, sí! Pero pudiste esperar a que terminara para pedirme permiso, ¿no?
—Lo lamento...
—¡Siempre lo mismo contigo!
—¿Qué hay para comer? —pregunto con la voz temblorosa, intentando cambiar de tema.
—Nada. No tengo dinero. Ve donde esos miserables del mercado a que te alimenten. Total, pasas más tiempo allá que aquí.
Sí, claro. Como si tuviera otra opción...
—Pero... ese señor, ¿no te dejó dinero?
—¿Me estás llamando puta? —grita, levantándose de golpe.
—No, no, no... —retrocedo, negando rápidamente con la cabeza.
—¡Si quieres comer, sal y prostitúyete tú! —me grita, cruzando la habitación—. ¡No tengo por qué darte nada!
Me agarra del cabello con fuerza, tirando de él con una rabia que me arranca un grito.
—Si quieres dinero, ¡trabaja! ¡Ya bastante tengo con aguantarte!
Me suelta de un tirón y vuelve a sentarse. Yo, sin pensarlo, salgo corriendo a mi habitación, me encierro y me lanzo en la cama, donde por fin dejo salir las lágrimas.
Sollozo bajito, como si el dolor se escondiera entre mis costillas. Todo se siente demasiado grande, demasiado oscuro. A veces me pregunto: ¿por qué nací? ¿Cuál es mi misión en este mundo si lo único que recibo es rechazo, golpes y silencio? Siento que no pertenezco aquí, como si la vida se hubiera equivocado conmigo.
Cuando era niña, soñaba con que un príncipe me rescataría. Que me sacaría de este infierno y me llevaría lejos. Pero nunca llegó. Porque los príncipes no existen. Y si existen, no miran a niñas rotas como yo.
Uno: los príncipes no existen.
Dos: ningún chico se fijaría en mí, no con todo este desastre encima.Me limpio las lágrimas con rabia. ¡Basta ya! Ya no más. Voy a hacer lo que siempre debí hacer.
Tomo mi mochila del suelo y empiezo a meter la poca ropa que tengo. Me pongo mi gorro rosa de lana, lo bajo hasta las cejas, y me cuelgo la mochila al hombro. Me acerco a la ventana y la abro de par en par. Gracias a Dios que no tiene hierros.
Miro la habitación por última vez. Cuatro paredes y tres recuerdos buenos. El resto es un cementerio de gritos y soledad.
Una lágrima se escapa, solitaria. Me la limpio con rabia.
¿Por qué tengo que ser tan sensible? ¿Por qué no puedo ser fuerte de una maldita vez?
No puedo quedarme. No después de todo lo que ha pasado. No quiero seguir arriesgándome a que algún día uno de esos hombres cruce el límite. Ya una vez lo intentaron, y logré escapar. Le pegué donde más duele y salté por esta misma ventana. Mamá, como siempre, defendió al monstruo. Pero ya no me importa. Hoy me estoy salvando sola.
Gateo hasta una libreta tirada en el suelo, arranco una hoja, y escribo con manos temblorosas:
"Espero que puedas llegar a ser mejor persona, que cuando te vuelva a ver se sienta como una cálida bienvenida. Te quiero, mamá."
Dejo la nota sobre la cama. Me subo al borde de la ventana y salto hacia la noche.
Las calles están frías. Camino apretando los brazos contra mi cuerpo. Llevo un short, una camiseta, y nada más. Tiritando, resoplo, y un mechón de cabello me salta en la frente. Pateo una lata oxidada y sonrío cuando rueda lejos. Es lo más parecido a libertad que he sentido en mucho tiempo.
Comienza a lloviznar. Alzo la mirada hacia el cielo gris. Las gotas me caen en la cara y me hacen sentir... viva. Solo un poco.
Escucho pasos detrás de mí. Me detengo y me giro. Un hombre, de unos cuarenta, me mira de arriba abajo. Se relame los labios. Siento un escalofrío.
—¿Qué hace una niña tan bonita como tú a estas horas? —dice acercándose.
Intento sonar fuerte.
—Nada.
Pero mi voz tiembla. Él lo nota. Claro que lo nota.
—Vamos, dime. Confía en mí.
—¡No se me acerque! —grito.
—No te haré nada...
Empiezo a correr. Lo escucho detrás de mí. Su respiración, sus pasos, su sombra. Sé que no es un hombre cualquiera. Es un indigente. Uno que sabe demasiado.
Doblo por un callejón. Resbalo sobre un charco. Caigo al piso y el agua me empapa. Intento levantarme, pero un cuerpo se me lanza encima. Chillo con todas mis fuerzas.
—¡Por favor, suéltame! —lloro.
—No debiste huir, niña linda. Ahora serás mía. Mía, mía...
Con un empujón desesperado logro apartarlo. Me quita la mochila, pero no me detengo. Sigo corriendo. El corazón me late en los oídos. Me grita, pero ya no lo escucho. Corro durante cinco eternos minutos hasta que mis piernas me traicionan. Me detengo, jadeando, bajo la lluvia.
Estoy en un puente.
Las luces de los autos brillan a lo lejos. A mi espalda, solo oscuridad. Las lágrimas se confunden con la lluvia. Ya no tengo ropa, no tengo hogar, no tengo nada.
¿Por qué a mí?
Golpeo la barandilla. Una, dos, tres veces.
—¿Por qué todo me pasa a mí?
Entonces, escucho unas vocecitas. Me giro. Una mujer corre bajo la lluvia, una niña a su lado.
—¡Corre, mami! Vamos a llegar empapadas —ríe la niña.
—Ya lo estamos, amor —responde la madre, riendo también.
—¡Vamos, ma! ¡Ya casi llegamos a casa!
Esa escena me rompe. Me parte el alma en dos. ¿Y si yo hubiese tenido una madre así? ¿Una que corriera por mí bajo la lluvia? ¿Que me llamara “amor”?
Pero no la tuve. Y no la tendré.
Me acerco a la barandilla. Miro el río. El agua oscura corriendo como mi vida: rápida, sin frenos.
¿Qué tal si acabo con esto?
Pongo un pie sobre el borde. Me muerdo el labio. Cierro los ojos.
Hazlo.
Hazlo ya.Pongo el otro pie. Suelto mis manos de la baranda.
Pero el golpe nunca llega.
En lugar de caer, unos brazos me rodean.
Unos brazos que me salvan.

ESTÁS LEYENDO
Abismo
Teen Fiction"Un Aplauso A Los Ángeles Caídos" ©Todos los derechos reservados. Espectacular Portada Hecha Por: @Duxncs