Capítulo 42

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Exactamente hoy hace un mes de la muerte de mi madre, decidí vender la casa del barrio, quería cortar todos los lazos que me unieran a mi madre, quería comenzar de nuevo y ahora que ella está muerta tengo mi oportunidad de ser libre.

También estoy visitando un psicólogo, al principio me rehusaba pensando que no lo necesitaba, pero Daniel terminó por convencerme, y para ser sincera, me ha servido de mucho, ahora se puede decir que tengo el autoestima un poco mas alto, tampoco presto atención a ciertas palabras hirientes, y ahora sé cuando tengo la culpa y cuándo no.

Mi relación de padre e hija con David ha ido muy bien, salimos casi todos los fines de semana, también algunos días de clases, hemos ido por un café a la cafetería mas cercana, por cierto, mi media hermana me adora, en algunas ocasiones se la robo a David para ir al cine.

Con Daniel las cosas van de maravilla, me ha apoyado en todo, cuando estoy con él me olvido por completo de todo lo referente a mi madre, somos él y yo en nuestro propio círculo.

En lo concerniente a la muerte de mi madre, no voy a mentir diciendo que es algo que me llevó a la depresión, porque no; de echo, me siento mejor con ella muerta que viva, pasaba sus días atormentandome, queriendo ser dueña de mis pensamientos y ahora que murió siento un alivio increíble, ya puedo estar tranquila y relajada, sin ningún tipo de preocupación, a veces me da un poco de tristeza, pero luego recuerdo lo perra que fue conmigo y se me pasa. 

•••

—Nos vemos mas tarde— dice Dan antes de irse a su clase.

Al poner un sólo pie en el pasillo lo primero que veo son las miradas amenazantes de todos los estudiantes que rondan por éstos lados, ¿por que me están mirando así? La última vez que recibí esta asombrosa entrada fue cuando regresé de mi suspensión. Ignoro sus ojos puestos en mí y sigo caminando. Les doy una última mirada por sobre mi hombro antes de abrir mi casillero; un montón de papeles caen sobre mí desde que lo abro, mis cosas no estaban en el casillero, en lugar de ellas estaban esos papeles.

Escucho las risas burlonas de todos, me agacho a tomar uno de los papeles para leerlo

«mentirosa» decía.

Tomo otro papel.

«Pobre» decía el otro.

Trago en seco y dejo todos los otros papeles en el suelo, la persona que los puso estaba bien loca si pensaba que me detendría a leerlos uno por uno. Con los dos papeles que tomé en manos me dirijo a la oficina de la rectora.

Esto tenía que acabar, yo tenía una última oportunidad aquí en Harvard después de lo ocurrido con Nicole y no podía desaprovecharla, así que si yo no podía tomar cartas en el asunto entonces que se encargara ella.

Su secretaria me deja pasar en cuanto me ve, cuando entro no digo nada, sólo pongo los dos papeles sobre su escritorio. 

—¿Que significa esto?— cuestiona, acomodando sus lentes.

—Lo mismo quisiera saber— respondo cruzada de brazos— es obra de uno de sus alumnos y creo saber quien es.

—Mentirosa, pobre— toma los papeles y lee en voz alta 

—Usted y yo sabemos de quien se trata esto.

—No creo que Nicole...

—¿De nuevo defendiéndola?— río burlona— no se haga la ciega, y lo mejor es que tome cartas en el asunto.

—Seguro solo fue alguna broma.

—De muy mal gusto. No es normal llegar, abrir tu casillero, no ver tus cosas dentro y que en vez de esto te salten papeles llenos de recados nada agradables encima.

AbismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora