Capítulo final.

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                                       Natalia

—¿Que estás haciendo aquí? ¿No se supone que deberías de estar presa por ser cómplice de un secuestro?— Fabiola suelta la pregunta que nos estamos haciendo todos en éste instante.

—He venido por eso, te he venido a pedir perdón— casi suplica de rodillas, sólo le falta tirarse al suelo.

Estoy segura de que la risa que acabo de soltar justo ahora debe haberse escuchado por toda la casa, y eso, que la casa es sumamente grande. Ya ha de imaginarse la intensidad de la risa.

Daniel se interpone en mi camino porque él me conoce bien y sabe que es lo único que quiero hacer justo ahora.

—No vale la pena— dice muy bajito, para que sólo yo escuche— necesitas guardar reposo por nuestro bebé.

Asiento y busco con la mirada a Fabiola; no hacen faltas palabras para decirle lo que quiero que haga. Sonríe y se acerca a Nicole, de un empujón la sienta en el sofá, le da la vuelta al mismo para plantar sus manos sobre los hombros de la loca, dejándola inmóvil. Ahora si es mi oportunidad de acercarme y verla de cerca.

—¿Perdón?— hago como que lo estoy pensando.

Llevo una mano a mi barbilla y la otra la coloco debajo de mi codo para agregarle un poco de humor al asunto, clavo mis ojos en el techo por unos segundos, luego vuelvo a ver a Nicole.

—No, no me da la gana de perdonarte—
Le sonrío.

Ella me mira con horror.

—Por favor, lo único que quiero es que estemos bien— dice.

—Eso era lo único que yo quería antes, pero ya no. ¿Sabes que es lo que quiero ahora?

—¿Que?

—Que te pudras en la cárcel así como tu padre se está pudriendo en el infierno.

Yo nunca quise ser así, no quise ser dura, pero las circunstancias de la vida me obligaron a serlo.

Lágrimas estúpidas caen por su rostro ¿es en serio? ¿ahora anda llorando por no ir a la cárcel después de toda la mierda que me hizo durante todos estos años? Esto no puede ser posible.

—¿Ya ves? A cada quien le llega su merecido. Tú te buscaste todo esto y sólo por un hombre, porque estás loca, como si no hubiesen más hombres. Quisiste arruinarme la vida, Nicole, pero sólo te la arruinaste tú.

Llora más fuerte.

—Espero que algún día puedas ser mejor persona y obtengas la paz que necesita tu corazón, porque yo al contrario de ti si te deseo lo mejor, que seas feliz ¿y sabes por qué? ¿Si sabes por que?

—¿Qué si sabes por que?—gruñe Fabiola acercando su rostro al suyo.

—¿Por... Por... Por que?

—Porque yo si soy buena persona y doy lo que recibo. No es que no te entiendo, porque si lo hago. Seguro todo este tiempo no haz recibido el amor suficiente de alguien o una palabra bonita, si que debe ser triste.

—Ya cállate. No tienes porque
humilarme—aclama llena de ira.

—Es lo poco que te mereces después de todo el daño que me haz hecho.

—Eso no significa que no me puedas perdonar.

—¿Qué te perdone va a hacer que borre de mi mente todos los malos recuerdos que pasé por tu culpa?— la cachetada que le he dado ha sido tan fuerte que me tambaleo hacia atrás.

AbismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora