Capítulo 29

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Quizás todo esto se esté saliendo de control, o al menos yo siento que todo ha dado un giro inesperado. Nunca me imaginé que con Daniel llegaría a todo esto; primero, a terminar en una cama semidesnudos a punto de tener sexo y segundo, a que me bese de la manera en que lo hizo más temprano. Nada de esto debería estar pasando, las cosas se tornarán incomodas y ya nada volverá a ser como lo era antes y entonces ninguno de los dos se sentirá a gusto con el otro. Todo debió quedarse como antes, el chico que rescató a la suicida y que ahora son muy amigos, pero no, ahora el ambiente se estaba por convertir en algo mas íntimo. 

Lo peor de todo esto es que yo no me rehusaba ni oponía resistencia cuando él se acercaba mas de la cuenta a mí, al contrario, le seguía el juego, los besos e incluso hasta las caricias eran reciprocas. Y la realidad es que debía admitir que todo esto me gustaba, me gustaba sentir sus labios sobre los míos, incluso aquella noche que estuvimos a punto de tener sexo sus caricias me llevaron al limite de la locura. 

Salgo del pequeño trance en que me encontraba, tenía un libro aún cerrado esperando por ser leído delante de mí y yo estancada en mis pensamientos. Miro hacia el escritorio de la bibliotecaria, Olivia me mira por sobre sus gigantes gafas; tomo el libro y lo dejo sobre la barra, me siento en uno de los taburetes y la miro de manera desesperada.

—Creo que necesito una psicóloga con urgencia.

Ella me mira con una ceja alzada.

—¿De qué hablas?— se interesa.

—Tengo problemas y serios. Aparte de que por si soy una chica con pensamientos retorcidos, ahora necesito saber que es lo que siento por un chico.

—Para lo último no se necesita un psicólogo, sólo una consulta con uno mismo.

La miro sorprendida ¿desde cuando Olivia tenía una psicóloga interior? Quizás no necesito una psicóloga si la tengo a ella, sé que es una persona de confianza a la cual le puedo contar cualquier cosa y puedo estar segura que de ella no pasará, que lo que le cuente solo quedará entre nosotras, estantes y libros viejos.

—Siento algo extraño cuando lo observo ¿sabes? Su sonrisa me parece bonita, incluso sudado me parece atractivo, además siento esas ganas de apoyarlo en todo. También siento algo cuando lo veo con otras chicas, como que me enojo ¿entiendes? Y cuando me besa ¡oh dios, cuando me besa! Ahí si siento como que un volcán dentro de mi va a eructar.

Ella esboza una sonrisa, una muy diferente a las otras y con sólo ese gesto me hace entender que su respuesta no me va a gustar.

—No te atrevas a contestar— digo sonrojada.

—Querida, sólo tengo para decirte que luches por aquello que verdaderamente quieres y sabes bien a lo que me refiero.

—No exactamente.

—Que tú quieres a ese chico, desde que empezaste a hablar me di cuenta del brillo en tus ojos.

—No, quizás solo es que lo admiro de mas— respondo asustada.

—No creo que esas palabras lo diga alguien que sienta admiración por otra, sino mas bien alguien que quiera a otra.

—Es que a mí no me puede gustar Daniel, es imposible.

Levanto la mirada avergonzada, no debí mencionar ese nombre, ahora la mandíbula de Olivia está desencajada.

—¿Entonces también caíste en la  seducción del chico?

Niego lentamente.

—Aún no creo estar segura de lo que siento por él.

—Tú no, pero tu corazón si.



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