Capítulo 40

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Está bien, quizás yo esté un poco confundida. Puede ser que mi madre y David sólo sean amigos y yo aquí pensando lo peor.

—Buenas noches— me ánimo a decir.

Veo a mi madre tragar en seco.

—Natalia, que bueno que llegaste— ignora Nadia mi saludo.

Entonces ahí es que me doy cuenta que en realidad algo no anda bien, Daniel permanece en silencio detrás de mí, David me mira como intentando buscar algo en mi. ¿Podría dejar de mirarme así? Me intimida su mirada.

—Siéntate— ordena mi madre.

¿Que? ¿cómo para que debería yo sentarme?

—¿Para qué? ¿su conversación tiene que ver conmigo?— pregunto.

—Sólo haz lo que dice tu madre, Natalia— habla David.

¿Que? ¿Desde cuando me llama por mí nombre?

—Me están asustando ¿que pasa? ¿de dónde se conocen?

—De eso hablaremos— dice mi madre.

—Yo creo que lo mejor será que me vaya— habla Daniel después de haber estado prácticamente mudo.

—No, quédate muchacho. Puedes tomar asiento también— le dice David.

Daniel lo piensa unos segundos, me mira y por último toma asiento a mi lado.

En la sala se torna un silencio repentino que me hace querer gritar para que por lo menos se escuche algo, estoy ansiosa, nerviosa, hasta miedo siento, todas las emociones existentes están presentes en mí.

—¿Y bien?— rompo el silencio.

Nadia y David se miran.

—Estoy nerviosa, creo que tendré un ataque así que lo mejor es que se dejen de rodeos y hablen de una vez por todas— reclamo.

Mi madre toma un largo suspiro y luego procede a hablar.

—Antes de empezar te pido perdón por todo, yo nunca quise hacerte daño— llora.

¿Que está pasando? Ahora si estoy asustada.

—Yo... Te mentí— lloriquea.

Me levanto del sofá, Daniel intenta tomarme del codo para volver a sentarme pero me deshago de su agarre con rapidez.

—¿De que hablas?— pregunto en un hilo de voz.

—Tu padre nunca nos abandonó.

Mis ojos se abren ampliamente entendiendo más o menos por donde va todo.

—Yo te mentí, él no nos dejó. Yo lo evité todo el tiempo durante mi embarazo, él era uno de los tantos hombres que pisaban esta casa, pero era especial, venía con mucha frecuencia y en ocasiones solía ser cariñoso, hasta me daba mas dinero del que pedía. Cuando yo salí embarazada de él no quería verlo ni en pintura ya que yo no quería un bebé y él debido a un descuido me lo dio— mis ojos se llenan de lágrimas al escuchar la historia de como yo no era deseada— muchas veces me seguía buscando pero yo simplemente no le abría la puerta, hasta que un día dejó de venir por mucho tiempo, cuando tú tenías tres años él volvió, tú abriste la puerta ese día, recuerdo que se volvió loco al verte, pero le dije que eras hija de otro hombre— vuelve a echarse a llorar— Cuanto me arrepiento, no olvidaré su cara de decepción. Él nunca más me volvió a buscar, desapareció de nuestras vidas.

Unas lágrimas se escapan de mis ojos, pero las limpio con rapidez.  Tuve a mi padre frente a mí aquel día y no supe que era la última vez que lo vería, tuve la oportunidad de tener un padre como cualquier otro niño normal y ella me lo arrebató ¿que clase de mujer hacía eso? Despreciar a un hombre que en verdad la quiere, tiene que estar muy mal de la cabeza para hacer algo de esa magnitud, estaba claro que mi madre no estaba bien, era un ser detestable en todo el sentido de la palabra.

AbismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora