Capítulo 21

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En momentos de angustias necesitamos apoyo, o más bien, una persona que nos brinde apoyo, que nos ofrezca su hombro para llorar y su pecho para acurrucarnos. Pero en momentos de angustias ¿se necesitaban besos para calmarse? Pues no se bien la respuesta a eso, pero tengo una respuesta para mí misma, mi angustia ha sido calmada por un simple toque de labios, un roze.

Se separa con lentitud de mí hasta que nuestros rostros quedan a una distancia prudente. No tenía que ser una genia para saber que en estos momentos estaba sonrojada. Ni siquiera me atrevía a levantar la mirada, el solo hecho de estar cerca de él me pone nerviosa.

Sin previo aviso me aviento a abrazarlo con fuerza, sus brazos eran el único lugar donde no me sentía tan vacía, el único lugar donde podía sentirme a salvo. Sé que como cualquier persona normal debería reclamar después del beso, pero es que sería muy hipócrita al decir que no me tranquilizó.

—¿Estás mejor?— susurra acariciando mi cabello.

Con un sonido nasal le indico que si. Me acurruco más en su pecho, su delicioso aroma me tienta a quedarme estacionada aquí para siempre, pero me aparto, soy mucho más fuerte que eso.

Me sonríe mostrando esos hoyuelos que me parecían tan adorables en sus mejillas.

—Me daré un baño. No te muevas de aquí ¿si?.

Asiente.

Tomo ropa interior, unos short y una camiseta ancha del armario. Me meto al baño y me desvisto rápidamente, entro a la ducha, abro el grifo y el agua comienza a deslizarse por cada espacio de mi piel, me siento de espaldas al grifo en la bañera y dejo que el agua caiga libremente en mí cabello, miro fijamente la pared del frente escapándome por un rato del lugar donde me encuentro para revivir la escena de hace un rato. ¿Mi madre? ¿cómo mierda me mira a los ojos llamándome hija? ¿acaso no conoce el significado de una madre? No todas las mujeres que tienen hijos son madres, algunas sólo dan a luz, otras dan a luz y luego son madres, ella sólo me dio a luz y por poco ni lo hace. Es tan cínica y tan egoísta ¿por qué no me deja ser feliz y ya? Que se olvide de mí, nunca quiso tener una hija, entonces que no me busque y se olvide de qué me tiene.

Apoyo mi frente en las rodillas. ¿Y si me vuelve a encontrar? ¿y si en verdad me lleva con ella? Por un lado tiene razón con lo de la ley, aún no soy mayor de edad y me faltan unos cuantos meses para cumplir los dieciocho, pero por otro lado la puedo denunciar por maltrato físico y psicológico. Y ahí si que ella no puede hacer nada, esa mujer está loca, se le ve que está mal de la cabeza ¿y si le hace daño a Dan? Levanto la cabeza rápidamente, no, ella no sería capaz, no. Alejo esos pensamientos de mí cabeza rápidamente, cierro el grifo, salgo de la ducha y me envuelvo en la toalla. Me pongo la ropa interior luego de secar mi cuerpo, me miro en el espejo del baño mientras seco mi cabello húmedo. Tengo las rodillas bastante rojas, pero las heridas se ven en mejores condiciones gracias a Dan. Me pongo la ropa y salgo a la habitación. Abro los ojos cuando lo veo recostado en la cama, boca abajo abrazando la almohada y con los ojos cerrados. Intento hacer el menor ruido, pero no lo logro, cuando me acuesto a su lado inmediatamente abre los ojos.

—Mierda, me quedé dormido— suelta un bostezo y luego me mira, se pone de lado al igual que yo— Tardaste horas en ducharte ¿siempre eres así?

Asiento.

_Generalmente suelo reflexionar en la bañera, pienso en todo, permito que mi mente vuele mientras el agua golpea mi piel. Es algo relajante, deberías intentarlo alguna vez— me encojo de hombros.

Se me queda mirando y sonríe, cosa que también me hace sonreír.

—Eres tan especial, tan...— se queda en silencio un rato pero vuelve a hablar— nunca en la vida y te lo digo en serio, hubiese conocido una chica como tú.

AbismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora