Capítulo 10

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¿Les ha tocado vivir ese momento súper raro en el cual no sabes si abrir la boca o quedarte en silencio?

Pues justo ahora yo estoy viviendo uno de esos momentos en los que no sé si hablar o mejor quedarme callada, aunque en realidad mi mente no quiere colaborar para darme respuestas. Odio mi cerebro cuando se queda en blanco, me hace quedar como estúpida, tonta, anormal e idiota. Me odio yo misma por no saber que hacer.

Daniel acaba de decir que me empieza a querer ¿y que se supone que deba decir yo? -Yo también te empiezo a querer- no, definitivamente es un NO rotundo.

Pestaño unas cinco veces y hago lo más tonto que se puede hacer en una situación como esta; me puse a llorar. Si, a llorar como la tonta chica patética que soy. Me paro rápidamente del suelo, Daniel me mira asombrado, suelto un sollozo. Con rapidez me encierro en el baño de su habitación.

—Natalia ¿que pasa?— la preocupación en su tono de voz es notoria.

Sé que está parado detrás de la puerta del baño por la intensidad de su voz.

—Nada— trato de que mi voz se escuche normal, pero intento fallido.

—Voy a entrar ¿de acuerdo?

—No. Por favor— suplico.

El silencio se adueña del lugar, pero segundos después es interrumpido por el tintineo de las llaves. No quiero que me vea llorar y menos por una tontería así.

Clavo la vista en el espejo del lavabo. Está parado justo detrás de mi, sosteniendo las llaves en una mano y el Polo en otra.

—¿Dije algo que estuvo mal?

Niego lentamente.

—¿Y entonces? ¿Que ha sucedido?

—Es una tontería— digo.

—Pues, quiero escuchar esa tontería.

Un suspiro pesado se escapa de mis labios.

—Hacía tiempo que nadie me decía te quiero o como dijiste, nadie me hubiese dicho que empezaba a quererme.

Hubo un momento de silencio, pero no un momento incómodo ni mucho menos, sino un momento en el cual ambos nos sumergimos en nuestros propios pensamientos.

—Eres una excelente chica ¿quien no te querría? Sólo basta con pasar horas conversando contigo, para comenzar a quererte.

Mis ojos se llenan de lágrimas nuevamente, me sobresalto cuando los brazos de Dan me rodean por la espalda, me giro rápidamente y rodeo su abdomen con mis brazos. Apoyo lacabeza en su pecho. Pasa sus dedos por mi cabello mientras y lo peina; mi corazón empieza a latir de una manera loca ¿será que estaba sufriendo un paro cardíaco? Ya, sabía perfectamente que no era eso, pero ¿y entonces que era aquello? No entendía nada, es como si me lanzaran al vacío, como si corriera un maratón, como si me lanzaran un barde de agua fría y luego empezara a temblar. Era algo sumamente extraño, algo que nunca en mis diecisiete años hubiese sentido; es algo nuevo para mí.

De lo que estaba completamente segura era de que esos martilleos que le daban a mi corazón y aquellos retortijones en mi estómago no eran nada normales. Obvio que no eran normales, parecía una enferma de la presión con gastritis o algo semejante.

—¿Te sientes mejor?— pregunta Dan.

Asiento mientras me separo con cuidado de su pecho. Inmediatamente me sentí incompleta cuando no sentí su cuerpo haciendo fricción con el mío. ¿Qué? ¿qué cosas estoy diciendo? Me estoy volviendo loca.

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