Capítulo 8

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Escucho la puerta de la entrada abrirse. Corro hasta la sala para ver si era Daniel, cuando lo veo arrugo la frente al ver unas hojas en sus manos, al igual que unos libros. Tenía una perfecta sonrisa dibujando sus labios, me mira al mismo tiempo que agitaba las hojas en el aire. Lo miro sin entender.

—¿Qué se supone que es todo eso?— pregunto acercándome un poco más.

—Es tu entrada a una de las mejores universidades de todo Estados Unidos.

Alzo una ceja.

—Los exámenes...

—Robados— termina por mi— aunque para que se escuche más bonito, un amigo me hizo un pequeño favor que me debía— me guiña un
ojo— ¿dónde estudiamos? ¿aquí en la sala, en tu habitación o en la mía?

—En mi habitación— respondo de manera automática.

—Mi habitación es más cómoda—habla con suficiencia.

—¿Que tiene la tuya que no tenga la mía?— lo reto.

—Aire condicionado— dice alzando una ceja.

Ruedo los ojos.

—En mi habitación— vuelvo a exigir.

—Vamos, en la mía. No te haré nada si eso es lo que piensas— dice con burla.

Bufo.

—Está bien, vamos a tu habitación.

Una sonrisa triunfante se plasma en su rostro de manera automática.

Ya sentados sobre su cama empezamos a observar con detenimiento los dichosos exámenes.

—¿El rector no se enteró de esto?— pregunto.

—Nah... Mi amigo y yo supimos como hacer las cosas. Ambos lo distraímos, yo me encargué de llevarlo lejos, mi amigo entró a su oficina y tomó el examen, o los exámenes porque son varios, pero las respuestas están en estos libro— alza uno— los conseguí con una chica llamada Samantha, ya sabes, la chica genio.

—No sé como puedes obtener todo lo que quieres.

—Haciendo pequeños favores, buenos contactos dispuestos a todo, astucia y una pizca de suerte.

—Nunca en mi sano juicio robaría una prueba de admisión.

—¿Quién dijo que mi juicio está sano?

Me río al escuchar sus palabras tan absurdas.

—Empecemos. Lo primero es lo primero, vas a leer las primeras diez páginas de este libro, te aprenderás algunas cosas, luego te haré preguntas para que las contestes.

—Bien. tomo el libro de tapa negra que me estaba extendiendo— se supone que aquí están las respuestas a tus preguntas.

—Exactamente. Habrán respuestas no tan directas, pero ya sabrás.

Asiento comenzando a leer el libro.

Daniel luego de algunos segundos abandona la habitación, dejándome sobre su cama completamente sola.

Me sentía bastante nerviosa y aún no tomaba el examen, esta era la única gran oportunidad que tenía de entrar a una universidad buena y de prestigio, como siempre me lo imaginaba, no podía echar a perder todo, tenía que estudiar lo suficiente para así poder pasar aquel examen. También tengo la facilidad de tener una copia de los exámenes aquí, para así saber lo que va a salor.

En menos de media hora me leí las diez hojas completas del libro, salí a la búsqueda de Daniel con el libro en manos. Se encontraba en el balcón que da vistas a la ciudad, mientras miraba fijamente todo. Mis pies no se quisieron mover de su lugar al verlo ahí parado, hacía un poco de brisa helada y eso hacía que su cabello se revolviera. Apretujo el libro contra mi pecho mientras lo observo por un rato más. ¿por qué simplemente no podía dejar de mirarlo? ¿a caso mis pies se pegaron al piso? No se quieren mover, es algo sumamente extraño. Llevaba una camiseta de color rojo y unos pantalones de deporte negros que le llegaban a las rodillas, pero aún estando de esa manera se veía increíblemente guapo.

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