Capitulo 43

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No quiero pensar lo peor, no quiero pensar lo peor- me repito una y otra vez mientras voy de allá hacia acá en la sala de estar.

Hace exactamente dos horas que Daniel había salido del departamento en busca de su amiga, ¿por qué no había llegado ya? Se supone que ella estaba en el aeropuerto cuando lo llamó, del aeropuerto a la casa de ella mas de una hora no se podía tardar, tal vez... Entonces ¿dónde estaba?

Pensé en llamarlo un par de veces, pero eso solo me haría parecer insegura, me haría quedar como una novia loca y psicópata.

Estaba ardiendo en celos, si que estaba realmente celosa. Podría prender una chimenea con mis celos; mi mente era demasiado débil y ni mencionar lo creativa que era, me lo imaginaba a él en la casa de ella quedándose a cenar mientras charlaban de como es la vida en Francia, acerca de como se comportan los franceses. También me lo imaginaba abrazándola en ese aeropuerto y besándola.

Definitivamente mi mente es más retorcida de lo que pensaba. Hasta me desconozco.

Ni siquiera hubiese cenado, la pasta estaba ahí, sobre la barra junto a la de él. Me prometió venir a cenar y ya son las diez, decido esperar un poco más; también mi mente tiene su pequeña parte positiva y me lo imaginaba atrapado en medio del tráfico terrible de Nueva York.

Todas mis esperanzas se agotaron cuando las once llegaron, por última vez fui a la terraza a mirar hacia abajo, por lo menos quizás alcanzara a ver su auto, cuando no lo vi apagué las luces y me fui a dormir.


•••


Alcanzo mi reloj de mesa, mis ojos se salen de órbita cuando veo la hora.

—Mierda, mierda y mas mierda— chillo histérica.

Súper rápido me levanto de la cama olvidándome completamente de que el cuerpo humano a veces no reacciona a la velocidad, este fue mi caso y por eso ahora me encontraba tirada de espaldas en el suelo debido a mi caída, gruño con todas mis fuerzas. Me voy hasta el baño llevándome todo a mi paso, me lavo los dientes en la ducha mientras al mismo tiempo dejo que el agua caiga sobre mí cuerpo.

Tenía que aprovechar esto de que podemos realizar varias funciones a la vez.

Envuelta en una toalla me voy haciendo un moño al descuido, tiro la toalla, me pongo la primera ropa interior que encuentro.

Me pongo unos jeans ajustados, junto a un suéter, tomo mi mochila con rapidez, tengo que devolverme en medio de la sala a buscar mis converse. Cuando voy pasando junto a la habitación de Dan recuerdo lo de anoche, ¿habrá llegado a dormir? Con todo el miedo dentro de mí abro la puerta, siento un gran alivio cuando lo veo durmiendo. Cierro la puerta. Esperen... que ¿durmiendo? ¿no irá a la universidad? Cuando estoy por llamarlo de repente el enojo me invade, lo que me hizo anoche no tiene perdón de Dios, y no, no estoy exagerando, no tiene perdón de Dios.

Mi enojo aumenta mas cuando voy a la cocina y veo la pasta en su lugat, ni siquiera cenó. Aprieto fuertemente mis puños.

—Yo... lo siento, había mucho tráfico.

Me sorprendo al escuchar su voz ¿no estaba durmiendo?

—Espero y te comas los dos platos.

El enojo en mi tono de voz es evidente.

—No estaba haciendo nada malo.

—No tengo todo el tiempo para ti.

Cierro la puerta del departamento de mala gana. Doy gracias a Dios cuando el ascensor va justo en esta planta, me meto en seguida. Me sorprende ver a un chico allá dentro, nunca hubiese visto a nadie tan joven bajar por aquí.

AbismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora