Capítulo 31

490 36 16
                                    

No sé porque mierda los doctores siempre trataban de hacerse los interesantes ¿seré el único que lo ha notado? Siempre tardaban mas del tiempo debido para salir a dar una noticia y cuando eran malas tardaban el doble; no quería ni pensar que lo que salieran a decir fuera malo. Ahora me sentía como en una de esas películas llenas de drama o una telenovela, estaba lleno de nervios, no paraba de caminar en la sala de emergencias de un lado a otro. Ni siquiera me hubiese acercado a mí madre que acababa de llegar, ella tampoco hizo el amago de acercarse a mí, sabe perfectamente que no me gustaba que me empezaran a interrogar o a darme cariños a manera de consuelo, prefería estar en mi propio espacio personal cuando estoy en situaciones como esta. Intentaba tranquilizar mis nervios caminando de un lado hacia otro pero al contrario, aumentaban. Sentía tantas ganas de descargar mi rabia contra algo y no me gusta sentirme así.

Hasta hace un rato me dije mentalmente que tenía a la chica que me importa entre mis brazos perdiendo una gran cantidad de sangre. Ahora la gran pregunta era ¿me importaba tanto Natalia? Estaba claro de que sentía algo como "aprecio" se podría decir, pero ¿me gustaba? Ese día en que terminamos en mi cama sentía la necesidad de hacerla mía, de besar cada centímetro de su piel, de sentir su boca contra la mía.

Trato de tranquilizar mis pensamientos, ya esto se está saliendo de control.

Dejo mis pies en un sólo sitio cuando una doctora se acerca lentamente hasta nosotros con una cara nada agradable. Espero ansioso a que hable.

—La paciente está bien, todo normal, solo le tuvimos que pasar algo de sangre porque perdió demasiada pero está fuera de peligro, los golpes no afectaron ninguno de sus órganos.

—¿Podemos pasar a verla?— pregunta Fabiola con rapidez.

—Si. Pero hay algo— dice la doctora con algo de preocupación.

—¿Que?— pregunto esta vez yo, empezando a preocuparme de más.

—Ella no quiere ver a nadie, me dijo que quería estar sola.

—Y una mierda— gruño.

Con pasos rápidos voy hasta el pasillo donde está su habitación, la doctora intenta impedirme que pase pero no se lo permito.

—Si hay alguien que tiene que entrar a verla soy yo y le ordeno que en este momento me de el número de la habitación donde se encuentra.

Sentía las miradas de todos en la sala, pero ahora me importaba un coño sus miradas, lo único que quería era ver a Natalia.

—74.

Me encargo de arrastrar mis pies hasta esa habitación, cuando entro lo hago en silencio, me giro para cerrar la puerta, cuando lo hago dejo la mirada un momento en el suelo con un poco de miedo a levantarla y encontrarme con algo que no sea de mí agrado. Porque juro que si a Natalia le quedan rastros de esa golpiza yo mismo mato a Nicole. Cuando me atrevo a mirarla mi corazón se estruja tanto que creo que se va a romper; su vista está fija en la ventana, es como si su mente estuviese viajando a otra parte, ni siquiera se detiene a pestañear.

Me acerco con lentitud a la camilla, sin encontrar las palabras correcta para iniciar una conversación.

—¿Por qué no quieres ver a nadie? ¿Acaso... te hemos hecho algo?

No me mira, ni siquiera hace el intento de moverse. Respiro profundo intentando llevar las cosas con calma. Me siento en un pequeño sofá que está al lado de su camilla, duro unos minutos en silencio para que sea ella quien tome la iniciativa de hablar, pero en ningún momento lo hace, Natalia no quería hacer nada, ella estaba mal y no me refería a su salud, estaba en trance como antes lo solía estar. Mis nervios aumentan y me veo en la necesidad de levantarme de mí asiento y zarandearla suavemente.

AbismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora