Capítulo 26

397 40 6
                                    

Nunca hubiese despertado de una forma tan bella. Era genial abrir los ojos y ver al chico por el que crees sentir algo a tu lado dormido. Sonrío inconscientemente, jamás hubiese sentido lo que justo ahora estoy sintiendo, sentir mi corazón bombear la sangre con rapidez, los latidos acelerados, mi estómago removerse como un volcán en erupción y mis mejillas ardiendo.

Llevo mi mano hasta su cabello y lo enredo en mi dedo, me asusto cuando empieza a moverse, así que rápidamente dejo su cabello en paz, mantengo los ojos muy abiertos con miedo a que se haya dado cuenta que estaba manoseando su pelo mientras dormía, por Dios, si parecía una loca.

Sonrío con satisfacción cuando se queda quieto, de un movimiento rápido le doy un beso en la mejilla y me levanto de la cama, en ese momento me doy cuenta de que sólo llevo la ropa interior puesta, recojo mi vestido y mis tacos del suelo y salgo de su habitación para ir a la mía. Dejo la ropa en el cesto de la ropa sucia, abro el armario y saco una camiseta ancha y me la pongo sobre la ropa interior. En el baño me hago una coleta alta mientras miro mi reflejo en el espejo, aún tengo el maquillaje puesto.

Me lavo los dientes y luego me voy a la habitación, me lanzo a la cama boca abajo dejando que los recuerdos de anoche invadan mi mente; sus labios junto a los míos, su corazón cerca del mío, mi respiración agitada cada vez que dejaba un beso húmedo en mí piel. Muerdo mi labio inferior, como me quitó el vestido, cuando hizo el gesto tan bonito de desatar mi moño porque según él le gustaba mas cuando lo llevaba suelto. Me molesta tanto no poder borrar esa sonrisa estúpida de mí cara, quien me viera ahora mismo pensaría que estoy pasada de enamorada. Pero me molesta mas no saber lo que siento en realidad por él, me molesta no saber cuáles son sus intenciones conmigo, sí soy un juego mas o si quiere algo serio, sí le gusto aunque sea un poco.

Mis pensamientos son interrumpidos por un fuerte golpe proveniente del salón, me sobresalto cuando algo de cristal se estrella. Tomo un fierro de hierro que está detrás de la puerta y camino despacio por el pasillo, trago fuerte mientras mas me acerco, aprieto los ojos cuando otro golpe retumba en todo el departamento. Dios ¿que mierda ocurre? ¿Ladrones? Pensé que el departamento era seguro.

—Estoy fuertemente armada, así que seas quien sea es mejor que corras por tu vida sino quieres morir— grito asustada.

A medida que voy avanzando voy pensando en lo peor, mi corazón sé acelera cada vez que escucho un nuevo ruido. Me asusto más cuando tiro un vistazo a la habitación de Daniel y no lo veo ahí. Aprieto más el fierro cuando llego al salón.

Abro los ojos sorprendida cuando veo que se trata de Daniel. El fierro se cae de mis dedos y algo dentro de mí se estruja.

—Dan.

No me mira, me da la espalda, sólo lleva un pantalón de deportes negro. Pego un chillido cuando voltea la mesa de centro haciendo que el jarrón que estaba sobre esta se estrelle con el suelo.

—¿Qué te pasa?— grito horrorizada.

Pero es como si no me escuchara, como si un demonio se apoderara de su cuerpo. Gira el sofá pequeño con sólo una patada.

Mierda mierda mierda.

—Basta— grito a punto de perder la cabeza.

¿Que está pasando? ¿Que hace? ¿Que le pasa?

Me acerco a él pero me detengo cuando me mira con los dientes apretados y rabia acumulada en sus ojos.

—No te acerques— gruñe.

—¿Qué dices?— susurro con los ojos llenos de lágrimas.

—Es mejor que te alejes de mí, no te quiero hacer daño.

AbismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora