Capítulo 13

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Fabiola.

Sabía que no estaba bien que aceptara ir al departamento de Bryan, pero era lo correcto, él dijo que por nada del mundo me dejaría entrar al barrio a estas horas, que no se arriesgaría poniéndonos en peligro a ambos, al principio me pareció una idea loca ya que ambos estamos un poco tomados, más él que yo; de todos yo fui la que consumió menos alcohol, y pensé que Natalia era la más moderada; me equivoqué. Sólo me tomé una sola copa de Whisky, pero Bryan había tomado un poco de más.

Además sentía miedo de que fuera a pasar algo parecido a lo que ocurrió en la disco hace unos minutos atrás. Nos dimos un beso algo subido de tono, pero fue un acto para Bryan supuestamente darle celos a su ex que estaba ahí, accedí porque hablaría mentira si dijera que no me moría por besarlo. Y el beso a mi me encantó.

Entramos a su departamento unos minutos después. Miro el lugar sorprendida, al parecer también tiene mucho dinero al igual que Daniel, el salón es bastante grande; unos sofás negros lo decoran, en el centro hay una mesa de centro con una pelota de fútbol sobre esta. En una esquina más al fondo hay un estante lleno de libros, justo al lado de este hay una puerta cerrada, supongo que debe ser la cocina. Hay un ventanal gigante de frente a los sofás, ocupando toda la pared que deja ver la increíble ciudad, no se necesita encender la luz para ver, pues la luz de la luna se encarga de alumbrar todo el salón. Hay una escalera del lado izquierdo que supongo conducen a las habitaciones. Me acerco a la estantería de libros, tomo uno entre mis manos.

—Veo que te gusta leer— digo alzando una ceja.

—No soy un vago, como muchas.

Le enseño mi dedo del medio y dejo el libro en su lugar. Camino hasta las escaleras, me siento en los escalones para quitar mis tacones.

—Estoy segura de que ni siquiera trabajas— me burlo.

—¿Quién crees que paga este apartamento, linda?

—Quizá tus padres.

Veo como se tensa y borra todo rastro de diversión de su rostro. ¿Dije algo que no le gustó? Quizás si trabaja y no le gustó que hablara de él como un vago mantenido.

—Disculpa— me apresuro a decir— quizás me he pasado un poco.

—No te preocupes— sonríe, pero no como antes— ¿No tienes hambre?— asiento un poco, al parecer la bebida me dio algo de hambre— Vamos a la cocina por algo de comer.

Abre la puerta que queda justo al lado de la estantería, junto a la escalera, entramos, es muy amplia, también hay un ventanal en la pared, justo donde está la barra, me acerco hasta ahí y miro todo, que bonita altura. Que genial sería vivir en un sitio así, lástima que vivo en uno de los peores barrios de todo Nueva York, donde lo único rico es la delincuencia. Me giro cuando escucho a Bryan hablar.

—Creo que no es bueno comer cosas con grasas a esta hora— puso unas uvas y unas manzanas en la barra.

—No sabía que cuidabas de tu salud— me burlo mientras me llevo una uva a la boca. Con impulso, me subo a la barra.

—Pues lo sabes.

Arrugo la frente.

—¿Vives sólo?

—Si— contesta.

—¿Tan joven? ¿y tus padres?

Vuelve a tensarse. Entonces es ahí cuando me doy cuenta que el problema en la conversación anterior fue la mención de sus padres. Trago algo incómoda, quizás no tenga una buena relación con ellos.

AbismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora