A la mañana siguiente despierto con un dolor de cabeza horrible, ¿llorar la noche entera da dolor de cabeza? Es primera vez que me pasa.
La verdad que me encantaba la habitación que había mandado a preparar David, era bastante grande, al igual que la casa; sabía que David tenía dinero, pero no imaginé que fuera tanto. Casi se me cae la mandíbula cuando vi la casa-mansión.
La habitación tenía una cama matrimonial con colchas negras con blancas cubriéndola, al frente estaba el armario, que cubría la pared entera, éste estaba cubierto por un espejo, y sí lo deslizabas del otro lado estaban mis prendas de vestir, a un lado de la cama quedaba la puerta del baño, a cada lado de la cama había una mesita de noche; también había un tocador de lado izquierdo, tenía una sillita al frente, sólo había una ventana en la pared derecha, a un lado de ésta había una mesita con una silla giratoria. Perfecto para leer.
Tomo mi celular que estaba en la mesita de noche.
No sé si les ha pasado eso de que cuando alguien les hace algo, cualquier mínima cosa, tienen la esperanza de encontrar un mensaje de disculpa. Así estaba yo en éstos momentos, tomando mi celular para ver si Daniel se ha acordado de mí, efectivamente había 100 llamadas pérdidas y 200 mensajes en ws.
Tengo que admitir que no me esperaba todo eso.
De un momento a otro me invade el enojo, esa rabia indescriptible por dentro, recuerdo automáticamente como esa golfa estaba moviéndose sobre él y cómo la otra también estaba disfrutando. Borro los mensajes sin siquiera leerlos, también elimino las llamadas. Vuelvo a dejar el teléfono en la mesita y me voy directo al baño, me tomo como una hora relajándome en la bañera.
Cuando ya estoy lista bajo a la cocina, una señora se encarga de la casa por lo que vi.
—Buenos días, señorita— me saluda con una sonrisa cálida.
—Buenos días.
—Espero que se sienta a gusto, esta ya es su casa. Cualquier cosa que usted necesite solo tiene que llamarme a mi; mi nombre es Bertha.
—Por favor, no me trate de usted, me hace sentir vieja.
Ella se ríe.
—Disculpa, Natalia.
—¿Cómo sabes mi nombre?
—David sólo vive hablando de ti, te quiere mucho.
Sonrío de forma tierna. Ya me lo imagino de acá para allá mentando mi nombre.
—¿Que quiere para desayunar?
Lo pienso un instante ¿podré pedir lo que quiera como en las películas donde están esa gente rica, donde solo piden y se lo dan?
Al parecer ella lee mis pensamientos porque sonríe de forma natural y responde a mi cuestión.
—Puede pedir lo que quiera.
—Quiero waffles y leche si no es mucho pedir y...— me daba pena seguir pidiendo, pero de una forma u otra tenía que sanar el despecho— ¿Tienen fresas?
—Tenemos de todo, de echo.
Wao, no me esperaba esa grandiosa sorpresa.
¿tendrán condones?
¡Por Dios Natalia! ¿en que te ha convertido Daniel? Todo dentro de mí vuelve a la realidad y me golpea tan duro que duele, me arde el pecho de forma incontrolable.
—Quiero fresas bañadas en chocolate.
—En un rato preparo la mesa con lo pedido, señorita.
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Abismo
Teen Fiction"Un Aplauso A Los Ángeles Caídos" ©Todos los derechos reservados. Espectacular Portada Hecha Por: @Duxncs