Capítulo 4

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—En serio disculpa por esa escena que montó Nicole, puede ser un poco histérica.

Daniel llevaba ratos disculpándose por su novia, pero yo le repetía y volvía y le repetía que él no tenía la culpa de nada. Digamos que ella sólo se puso un poco histérica, por suerte Daniel llegó unos minutos después, salvándome de las garras de su amada Nicole. En realidad pensé que él no fuera de lidiar con ese tipo de chicas, no es por nada, pero parece una cabaretera de cantina barata.

—Ya te dije que no importa— digo sin mirarlo mientras juego con mis dedos.

—Bueno, entonces hablame de tu día ¿cómo te fue hoy?— pregunta interesado, sentándose a mi lado en el sofá.

—Bien. Al fin y al cabo si encontré trabajo.

—¿En serio?— abre un poco los ojos— ¿tan rápido?

—Si. Digamos que una vecina de mi barrio puso un puesto de flores a unas cuantas esquinas, di con la floristería y ella me dio empleo.

—Que bueno escuchar eso.

Asiento.

—Voy a estudiar. Tengo examen de economía mañana y son como veinte temas, si te da hambre comes cualquier cosa o me avisas ¿si?

—Está bien. Descuida.

Él se levanta del sofá para irse en dirección a su habitación, antes de desaparecer de mi vista se gira levemente hacia mi. Se rasca la nuca.

—Eh... Gracias por el desayuno de esta mañana, no debiste molestarte.

—No son molestias.

—Gracias.

—De nada.

—Por cierto, cocinas muy bueno, podría acostumbrarme— me guiña un ojo antes de perderse en el pasillo.

—¿Gracias?— susurro para mí misma, como si fuera pregunta.

                                        Daniel

Siento una brisa fría recorrerme por completo, eso me hace removerme incómodo en la cama. Suelto un bostezo y me desperezo, me restriego los ojos buscando la forma de poder abrirlos sin que me resulte pesado. Me incorporo en la cama topando mi vista con la ventana que tengo a mi frente, está abierta y por ella entra una brisa fría haciendo que las cortinas se muevan. Me levanto y la cierro de un golpe sabiendo que si no hubiese sido por ella yo siguiera dormido. Arrastro mis pies para salir de mi habitación intentando hacer el esfuerzo para no desplomarme en el suelo a dormir. Veo como el piso está lleno de libretas por aquí y por allá, me quedé dormido estudiando sobre la cama y al parecer tiré las libretas; con lo que me muevo no es para menos.

Salgo de la habitación, más tarde las recogería, ahora quería comer porque tenía un hambre a muerte. Cuando salgo a la sala me encuentro extraño que sobre el sofá estuviese un bolso que suele utilizar mucho mi madre. Arrugo la frente y me voy directo a la cocina, no había nadie. casi corriendo me dirigo al pasillo. Mis pies se detienen cuando veo a mi madre parada en el marco de la puerta de la habitación que ahora ocupaba ¿cómo se llama? No me sé el nombre de esa chica. ¡NO ME LO SÉ! ¿Qué mierda? Tengo a una persona viviendo en mi casa y no me sé su nombre ¡oh por Dios! Mi mamá se llega a enterar y me crucifica.

Camino hasta mi madre con pasos rápidos. Miro sobre su hombro, tratando de ver lo que miraba con tanta atención. La chica se encontraba en la cama, arropada hasta el cuello con las cobijas, mientras dormía plácidamente.

—Madre ¿qué haces?

Ella se gira rápidamente encarándome. Ya sé lo que venía. Se cruza de brazos y alza ambas cejas al mismo tiempo que apretaba los labios, haciéndolos ver más temible por ese pintalabios rojo que tenían. Su mirada me intimidó un poco, sólo un poco.

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