Capítulo 25

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—Entonces... ¿te sientes bien?— pregunta como por décimo quinta vez.

—Que si, bobo. ¿Cuántas veces preguntarás lo mismo?

—Bueno, ya.

Sonríe mientras sujeta mas mi cintura, acercando nuestros cuerpos. Apoyo mi mejilla en su pecho mientras bailamos junto a la suave melodía, no pude evitar olfatearlo, su olor era único definitivamente. Sonrío cuando agacha un poco la mirada para verme. El ambiente en ningún momento se había tornado incómodo para mí. Hace un rato pensé que de la misma forma que entrara de esa misma forma iba a querer salir, pero aquí estoy, de pie bailando una suave y dulce melodía con Daniel.

Hoy tuve que aprender a saludar mas de doscientas personas con besos, abrazos y ademanes, me sentía como la reina Isabel o como la primera dama. Además tenía que sonreír cada vez que volteaba y veía a alguien mirando mi vestido como si fuera alguna especie hermosa de las aguas marinas.

Me alejo un poco de Daniel, pero aún así estábamos muy cerca. Mis manos descansaban sobre su cuello.

—¿Por qué justamente yo?— pregunto mirándolo a los ojos.

—No entiendo— responde confundido.

—¿Por qué me invitaste a mí?

—Porque sabía que contigo la pasaría genial, no como con otra chica y porque quise que vinieras y conocieras todo esto y pasaras un buen rato lejos de casa.

Sonrío.

—Gracias.

Se encoge de hombros, abro un poco los ojos cuando acerca sus labios a mi oído.

—Me fascina ese corte que tiene tu vestido.

Juro por todo lo sagrado que habita el cielo que mis mejillas ardieron de inmediato, que mis ojos se salieron de órbita y quise meterme debajo de mis colchas para que no me siguiera viendo. Abro la boca, pero vuelvo y la cierro sin saber muy bien que decir ¿qué se responde a eso? Porque yo no lo sabía, otra chica con mente retorcida y sucia le hubiese devuelto algo mucho mas caliente como: "Y con ese traje te vez apetecible" o no, ni siquiera debería estar pensando en eso.

Miro a Daniel de repente, me miraba con una sonrisa ladeada. Se acerca y deposita un beso en mi frente.

—Tienes la frente caliente— lo dice en tono gracioso.

—Ya déjate de juegos.

—Pero si es divertido— forma un puchero.

—Me pones nerviosa.

—Mejor.

Me aparto de él en seguida acaba la música, tomo una copa de champán de las que llevaba el mozo en la bandeja, Daniel hace lo mismo. Lo miro, seguía con esa maldita sonrisa de lado que no me provocaba buena espina. Un señor de algunos cuarenta como mucho se nos acerca con una sonrisa, Daniel deja la copa en una mesa y se acerca a saludarlo con un abrazo. 

—Hola Daniel.

—Cuanto tiempo David ¿Cómo te fue en las vegas? Mi padre me contó que había mucho trabajo.

—Ya sabes como es Santiago, todo es mucho para él. Me fue muy bien, también pude descansar un poco, no se lo digas a tu padre.

Ambos rien.

—Mira David, ella es...— Daniel traga en seco y me mira. Solo tenía que decir que soy una amiga ¿es tan difícil?— Es una amiga, se llama Natalia. Él es el socio mayoritario de mi padre.

—Mucho gusto— el hombre se acerca y me da un cálido abrazo— Soy David, es un placer conocerte, ya los padres de Daniel me han hablado de ti. Me comentaron que viven juntos.

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