Capítulo 39

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—Querida Natalia— canturrea Fabiola— Ven a ver quien está en una de las mejores revistas de todo el mundo.

Doy pasos largos hasta estar justamente a su lado. De pronto la figura de Daniel aparece en esa revista de alta clase posando con ese hermoso traje que le queda de infarto, le quito la revista de las manos para hacerme con ella. No puedo creer lo realmente hermoso que se ve, estaba hace aproximadamente dos días en una fiesta de gala con sus padres.

—Se ve tan bello.

Fabiola ríe estruendosamente.

—Te trae loca.

—Definitivamente.

        
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Miro con asco a Nicole mientras hace su entrada en la cafetería con sus dos guardias a cada costado, camina meneando su vestido de un lado hacia otro como si se tratase de un mantel.

Patética en todo el sentido de la palabra.

Sostengo la bandeja con mi desayuno y me voy a sentar junto con Ángela a una de las mesas de la esquina.

—Tenía mucho sin ver a la descerebrada y sus barbies— comenta Ángela con burla.

—Lo mismo digo, ya se sentía la paz reinar Harvard.

—Ya se acabó todo eso— agrega alzando una ceja, para que yo mire detrás de mí.

Pero no es necesario girarme, ya que Nicole y sus guardias se me paran al frente, obstaculizandome la vista. Alzo la mirada, sonríe de esa forma tan plástica que me produce tanta náuseas, en serio debería trabajar en un comercial de colgate donde aparecen esas personas con la sonrisa de oreja a oreja mas falsa del mundo.

—Sólo quería firmar la paz contigo, no me gusta tener enemigos— me tiende la mano.

Tomo una bocanada de aire.

—No quiero firmar absolutamente nada contigo, con que no me estés jodiendo es más que suficiente, gracias.

Centro mi total atención en el desayuno a mi frente para que entienda que ya se puede retirar, pero no lo hace, se queda ahí parada, mirándome.

Vuelvo a tomar otra bocanada de aire.

—¿No has entendido?— va a abrir la boca pero la detengo— Largo de mi vista.

Suelta algunos tres gruñidos al unísono, se marcha dando enormes zancadas, cuando se sienta en la dichosa mesa con los populares me fulmina con la mirada. Sonrío victoriosa, sin duda alguna me siento un poco cruel, pero sin culpa; que delicioso se siente esto.

Llevo mi comida feliz hasta mi boca, saboreandola lo mejor posible. Ángela me mira estupefacta.

—¿Que?— pregunto con la boca llena.

—¿En serio acabas de hacer eso?

Me encojo de hombros.

—Pues sí.

—Es que aún no lo creo— casi chilla— Te desconozco.

Finjo una risa de malvada

—Conozcan a la nueva Natalia Dawson, señoras y señores.

—Soy tu admiradora número uno desde hoy.

—Gracias gracias, me siento muy alagada ante su comentario, señorita— respondo burlona.

Ángela y yo nos vamos a nuestra siguiente clase cuando el timbre suena, en el pasillo veo como Bryan se besuquea con una castaña.

¡Vaya! Ya no hay respeto en la sociedad.

AbismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora