Capítulo 14. Un estúpido enamorado.

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Siguieron mirándose por un rato más y luego volvieron al mundo real. Querían aclarar lo ocurrido ayer, aunque, se suponía que ya lo habían hecho, ¿no?. Se suponía que ya estaba todo claro entre ellos, ¿verdad? ¿O aún faltaban cosas por decir? ¿Aún faltaban cosas por hacer? Oh sí, claro que sí.

—Yo... —dijo Ross—. No sé por qué, pero quiero aclarar lo de ayer —dijo y ella asintió.

—También quiero hacerlo, aunque ya está aclarado —O eso es lo que creo, pensó ella.

—No sé si en verdad fue sin querer lo que pasó —dijo el rubio—. Pero debo admitir que me gustó el beso —Ella sonrió—. Me gustó mucho.

—Debo admitir lo mismo —dijo ella y ahora la sonrisa estaba en él—. Besas bien, rubio, besas bien.

Se miraron por un corto tiempo y los dos sonrieron.

—¿Solo amigos? —preguntó Ross.

Ella asintió.

—Solo amigos —contestó y se abrazaron. Fue un abrazo tan dulce que los dos se enamoraron más el uno del otro aunque aún no lo admitieran.

—Por cierto, veo que seguiste mi consejo y tienes el mismo look de ayer. Te ves hermosa, amiga —dijo haciendo una buena imitación de la voz de una chica. No le era difícil ya que su voz era un poco aguda; pero lo mejor del momento es que los dos rieron.

—Gracias. Aunque no sé si me acostumbre, me gusta tenerlo, pero me han coqueteado mucho después de que me decían cosas horribles hace algunos días.

—Descuida. Solo demuestra que esta eres tú. Esta hermosa chica que tengo ante mis ojos, eres tú.

—Así lo haré, rubio, así lo haré —Volvieron a mirarse—. Será mejor que pasemos, o si no te ganarás un fuerte regaño del profesor.

—Tienes razón —Rieron—. Ah, y, ¿A dónde ibas? —preguntó.

—Iba al baño, pero ya se me quitaron las ganas de hacer pis —Los dos volvieron a reír—. Pasemos.

Entraron en el aula de clases y todas las miradas se posaron en la pareja de amigos. Hacía solo cuatro días hicieron un alboroto en la puerta de la entrada, y ahora sonreían como dos enamorados (lo que eran en realidad). Ross miró a su amigo Brayan quien le dedicó una mirada de confusión. Luego vio al profesor quien no tenía la mejor cara y lo estaba mirando fijamente mientras sus ojos parecían botar chispas. No le gustaba que le interrumpieran su clase y menos por llegadas tardes.

Javiera se sentó.

—Buen día, profesor —dijo Ross.

—Buen día, señor Lynch —Hizo una pausa y Ross fue con dirección a su asiento—. Espere, señor Lynch —Él se detuvo—. No crea que se salvará de mi regaño. ¿Qué son estás horas de llegar? Sabe que no me gusta que interrumpan mi clase, y menos por retraso.

—Lo siento, profesor. Mi mamá salió de viaje esta mañana. Está con mi padre en España, en una misión —explicó él—. La llevé al aeropuerto para despedirme —mintió. No iba a decir que llegó tarde por quedarse dormido. Mejor decir algo que comprometiera a sus padres (quienes tenían una gran influencia en la Universidad y en cualquier otra parte del país y hasta del mundo) y lo librara del asunto.

—Oh, entiendo. Está bien, pero por favor, que no se repita. La próxima vez, llame al celular de la Universidad (que me imagino que lo tiene) y lo informa para que me digan a mí, o a cualquier otro profesor.

—Descuide. Así será —dijo Ross y fue a sentarse.

—Ah, la nena tiene que ir a despedir a su mami. Pobre niña —dijo Miguel Banner en tono burlón. El chico de cabello negro, ojos verdes y casi un buen cuerpo (casi porque no lo tenía tan bien definido como el amigo de Ross, o peor aún, como Ross), envidiaba al rubio porque siempre tenía a las mejores chicas para su cama, y él, él también tenía buenas chicas, pero quería más. Siempre más.

Identidad Ross Lynch [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora