Capítulo 23. No puedo vivir con unos padres como ustedes.

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Todo era extraño en el mundo de Mark Lynch. Veintiséis años en la carrera de detectives y era considerado el mejor del mundo. El mejor pistolero del universo. Lo peor, lo peor es que lo era, y aún así, no pudo escuchar que su hijo estaba ahí, oyendo la conversación que se suponía que no debía de saber. El destino le jugó una mala pasada y no supo afrontarlo. Tal vez, por eso vinieron los problemas del futuro, tal vez era por su culpa, o tal vez...

—Entonces, ¿Qué me van a inventar? —preguntó Ross de nuevo con más exaltación en su voz. Estaba rojo, rojo de ira y de enojo. Sus padres lo miraron con terror y, por primera vez, Mark vio en los ojos de su hijo a un pistolero/detective. Lo vio y supo que lo que había escrito a Mario era cierto.

—Ross, hijo. Podemos explicarte —dijo Stormie intentando acercarse al rubio. Ross se alejó de ella.

—¿Qué me van a explicar? ¿Qué querían inventar cosas para que terminara con Javiera? ¿Qué querían deshacerse de nuestro noviazgo por qué ustedes son ustedes? —preguntó. Si eso hubiera pasado en otro momento, se habría cuestionado por hacer esa "pregunta".

—Claro que no, hijo. Las cosas no son así. Si tú supieras...

—¿!Si tú supieras qué, papá!? ¿¡Si yo supiera qué!? —preguntó gritando. Los dos padres se asustaron sin razón alguna.

—Nada —dijo Mark odiándose por eso. No se podía permitir que su hijo supiera que los padres de su novia querían matarlos por cosas del pasado. Además, no tenía pruebas ciertamente concretas, pero si tenía intuición y esa nunca fallaba.

—¿!Entonces!? ¡Díganme algo! ¡Defiéndanse! Porque en verdad los estoy odiando tanto que quisiera pegarles un buen tiro en la cabeza a cada uno. Y créanme que si tuviera una pistola ahorita lo haría sin ningún resentimiento. Lo haría.

Ellos se miraron las caras con sentimientos de culpabilidad. Pero, ¿Acaso era un pecado querer separar a su hijo de su novia porque los padres de ésta querían matarlos a ellos y a él? ¿Era un pecado acaso? No, pero la manera en como hicieron las cosas sí. Eso sí era uno de los peores pecados del mundo, hasta peor que matar, porque no solo se mata con un arma, o con los golpes, sino también con las palabras.

—Hace un mes escuché cuando hablaban de esto —dijo Ross y parecía un poco más calmado aunque en verdad se estaba reteniendo de decir todo lo que quería decir—. Estaban en la cocina y los escuché cuando decían que querían separarnos. Tú, mamá, fuiste la de la idea, ¿¡No es así!? —Ella quedó callada a modo de decir que era cierto—. No hice nada desde entonces porque esperaba a que ustedes lo hicieran. Sin embargo, miren como son las cosas de la vida, ¿no? Los agarré con las manos en la masa. ¿Quién lo diría? Tú, Mark Lynch, el mejor detective del mundo que no pudo escuchar a su hijo oyendo conversaciones por detrás de las paredes. Me decepcionas. Me decepcionas.

No quiso seguir viendo sus caras y se fue a su cuarto. Se acostó en su cama y miró al techo. Luego intentó tocar una canción con su guitarra para aliviar tensiones, pero nada pasó. No era lo que debía hacer. Llamó a Javiera. Necesitaba hablar con ella, o con quien fuese que no fuera sus padres. Nadie contestó. Volvió a intentar, pero nada. Llamó entonces a su único amigo, al único que le quedaba.

Éste contestó al instante.

—¿Hola? ¿Ross? ¿Cómo estás? —preguntó con un tono burlesco y riendo.

—Brayan, ¿Podemos hablar? —preguntó él intentando sonar preocupado a propósito para que su amigo lo notara, y lo consiguió.

—Claro. ¿Qué sucede? ¿Pasó algo importante?

Identidad Ross Lynch [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora