Capítulo 35. ¿Ross?

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El señor Brake salía de su mansión. Hacía años que no salía de ella al mundo exterior y ya el ambiente no le agradaba. Caminó con dirección a la Costa y luego de unas horas logró llegar ahí.

El mar era grande y producía en cierto modo calor, pero no un calor odiable, no, era un calor abrazador. Esperó unos minutos y un helicóptero llegó aterrizando a treinta metros de él. El aire se puso más fuerte y arena le cayó en el rostro. Se cercioró de que nadie veía nada (aunque la soledad era su única acompañante en esa cruda playa) y se acercó.

Al llegar al helicóptero negro, la puerta se abrió y dejó ver a su viejo amigo, Tyler Bing. Era un compañero de él en la CIA. Tenía años que no lo veía y ahora, los dos volvían a unirse para la misión que estaba ante sus ojos.

—¡Hey! ¿Cómo estás, Brake? Tanto tiempo —dijo amistosamente ayudándolo a subir en la máquina voladora.

—Estoy bien, viejo amigo —Hizo una pausa—. Sí, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos las caras.

—Nos volvemos a ver para una misión. ¿Sabes? Cuando pensaba en nuestro encuentro, era en un bar tomando unas cervezas, hablando de nuestras vidas o, tirando las cartas o los Dominós.

—Pensaba lo mismo. Pero ya ves como es la vida, ¿no?

—Algo así —Sonrió—. Aún no me has dicho que haremos.

—Mataremos a alguien. Entiendes lo que digo, ¿verdad? —Él asintió.

—¿A dónde vamos?

—A Los Ángeles.

El helicóptero empezó a volar encima del mar y los dos se fueron a Los Ángeles a cumplir su misión. Durante el camino no hubo talk, no debía de haberlo. Tyler no había preguntado porque hacer eso y Brake no había dicho nada. Igual, pronto lo sabría; siguieron volando a través de los continentes.

Por otro lado, el detective se sentaba en almohadas del frío suelo. No había aire acondicionado adentro, ni nieve afuera, pero aún así, tenía frío, mucho frío. Miró al anciano Roberth Modhy que estaba enfrente de él y la curiosidad de saber que había más allá de esos lentes oscuros que ocultaban los ojos de Roberth, volvió.

—¿Por qué has venido a mí, detective? —fue lo primero que preguntó. Habló en el idioma de alta calidad, y Ross pensó que debía de responder igual. La cosa era, ¿Cómo conocía él ese idioma enseñado por su padre meses atrás? No lo sabía.

—Aún no conozco la respuesta, oh, joven señor. Era algo en mi interior que decía que debía venir. Solo eso —respondió.

—¿Sabes quién soy?

—No.

—¿Tienes curiosidad en saberlo? —preguntó con interés enarcando una ceja que se notaba que tenía mucho tiempo en el mundo (posiblemente mucho más del que aparentaba).

—Sí. Pero no es tiempo aún de conocer esa verdad —respondió con un tono de voz muy firme.

—Muy bien.

—Dicen que eres el sabio del pueblo. ¿Hay verdad en eso?

—Puede ser. ¿Qué crees tú?

—Pienso que eres extraño.

—Piensas bien entonces.

—Sabes más de lo que aparentas.

—Bien dicho, detective —dijo sonriendo y mostrando unos perfectos dientes que hizo creer a Ross, que estaba viendo ilusiones.

—¿Cómo sabes que soy uno?

—Sé todo sobre ti, Ross Lynch —respondió dejando sin palabras al rubio. ¿Cómo conocía este extraño a Ross? Era ya tiempo de saberlo.

Identidad Ross Lynch [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora