Capítulo 29. Madrid.

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Maratón 2/5:

La Cárcel de Máxima seguridad de la FBI estaba muy cerca de un pueblo a las afueras del estado de Virginia. Tenían varias, pero los Wayne, ahí estaban encerrados. Un mes había pasado y ellos aún seguían en ese horrible lugar. Mario en la cárcel para hombres y Alexa en la de mujeres.

Rubén había estado planeando cada detalle de lo que iba a hacer. El viejo Stan ya no estaba y él era el que siempre creaba los planes (excepto en algunos casos que él aportaba algo), pero ya el viejo estaba muerto y sus nuevos jefes dormían en una cárcel de máxima seguridad. Debía planearlo todo él. Y así lo había hecho, pero fracasó en el primer intento y se llevó una buena cicatriz en la mejilla derecha por Mark Lynch a quien ya odiaba más que a cualquier otra persona en el mundo.

El plan que había tenido consistía en provocar un incendio en la cárcel y luego adentrarse ahí con ayuda de alguien. Matar a todos y salir con Mario para luego ir a buscar a Alexa. Falló en la primera, pero no lo haría en la segunda, estaba seguro de eso.

Veía la cárcel con sus propios ojos. Estaba a más o menos quince metros de ella. Ya todo estaba listo. No había Lynch que se le interpusiera en su camino y evitara lo que con tanto esfuerzo él había planeado. Llamó a Marcel Ryan (un secuas que trabajaba en la cárcel y que lo iba a ayudar). Contestó.

—¿Todo listo?preguntó con ansias.

—Sí. Dame la orden y ya todo estará vuelto llamas.

—Muy bien. Hazlo entoncesNo colgó el teléfono y Rubén pudo escuchar el chasquido de su dedo con el del botón. Fijó su vista al frente, y en un instante, la parte trasera de la cárcel estaba vuelta llamas. Oyó la alarma de incendios por sorprendente que fuera. «Bastante buena esa alarma. Da muy buenos avisos para las emergencias. Posiblemente me compre una de esas cuando todo esto acabe», pensó riendo.

Entra yaordenó la voz de Marcel. No había ningún ayudante, solo estaba él solo y Marcel que lo ayudaría a entrar y a salir, solo eso. Caminó con rapidez y la puerta se abrió para él. La cárcel era grande, muy grande. Primero pasó por recepción y luego se encaminó hasta el reclusorio en donde corrían muchas personas buscando una salida a su pronta muerte. También estaban varios oficiales buscando el extintor de incendios o llamando a los bomberos, pero nadie se dio cuenta de su presencia, era como si no existiera y eso para él era lo mejor.

Hubo un policía que si lo vio y se percató de que existía. No tuvo problemas en darle un tiro en el pecho y seguir adelante. Se internó más en el reclusorio y divisó al fin a la persona que venía a buscar. Los dos se miraron y Rubén le hizo señas para que fuera con él, y así lo hizo. Caminaron de vuelta a la salida y la puerta aún estaba abierta y las llamas seguían creciendo, pero sin hacer daño. Salieron y se internaron en el bosque que daba a la ciudad, y ahí se subieron a un helicóptero y se fueron. Ya estaba libre al fin.

Días después, Alexa escapó de la misma manera y nadie se dio cuenta de eso. Todo lo hicieron bien. Luego los Lynch empezaron su búsqueda de nuevo, pero ya no tenía caso. Estaban muertos para el mundo, y habían dado lugar a Alejandro y Angélica Fernández, empresarios de un gran comercio de perfumes. Ahora todo si podía seguir su curso y ellos empezar una venganza que tardaría unos veinte años en concretarse.

El señor Brake ya había terminado los rostros de mentira de Ross y Javiera. Los dos se lo habían probado y les quedaban perfectamente. Era un buen plan el del rubio y él lo sabía muy bien. Los dos se sonreían con gracia. Brake les dio las armas a sus dos alumnos (que ya no lo eran) y les encargó que vivieran. También les encargó otras cosas que ellos harían. Tenía muchas armas, pero no las necesarias para terminar con un bar que debía de medir unos sesenta metros.

Identidad Ross Lynch [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora