Capítulo 56. La mercancía y la muerte.

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«¿Debemos irnos?», pensó el detective mientras miraba con mucha cautela las escaleras, esperando a que él o ellos llegaran. «No, no podemos. Debemos estar aquí cautelosos. Estamos escondidos tras estos aparatos, sino revisan aquí, estaremos bien. Solo hay que estar quietos, y si es posible, escuchar lo que dicen. Tal vez, me gane un pez gordo», pensó con una sonrisa que quitó cuando dos hombres bajaron las escaleras. No encendieron las luces lo cual fue muy bueno, solo se alumbraban por luces telefónicas.

—¿El jefe aún no ha dicho nada? —preguntó uno de ellos. Tenía ojos color verde y el otro color cafés. Parecía que la pregunta era el inicio de una conversación.

—No.

—¿Qué sucedió con Rubén? —preguntó de nuevo el de ojos verdes.

—No saben, Tomás. Desde que Ross Lynch lo lanzó al vacío, no han sabido nada de él. Lo más probable es que esté en el infierno. Y sabes, esto no me gusta nada.

—¿Por qué lo dices? —preguntó con interés y temor a la vez.

—Si Ross Lynch mató a Rubén, que se supone era el mejor hombre de esta red, ¿Qué crees que le pasará al señor Fernández? Morirá, morirá y no podremos evitarlo, y posiblemente nosotros también muramos o caigamos presos.

—Nadie nos ha mandado a meternos aquí.

—Tienes razón, pero ya no podemos salirnos. Estamos hasta el culo metidos en esta cosa.

—Puede haber posibilidades de que todo quede bien para el señor Fernández. Sé que era un detective antes, uno de los mejores. Podría matar a Ross Lynch.

En ese momento Stefhany miró a Ross con horror. El detective solo asintió para que se calmara y poder seguir escuchando mientras pensaba: «Sí, sigue creyendo que eso pasará. Alejandro Fernández es un niño a mi lado, y lo demostraré cuando lo mate».

—Roguemos que así sea.

—Y hablando de Ross Lynch, ¿no se ha sabido nada de él?

—No. Desde que murió George allá en Windsor a manos de Ross Lynch, su paradero ha sido todo un misterio. Nadie sabe dónde está, y hasta el jefe mismo se está arrancando los pelos para poder descubrirlo.

—¿Crees que esté aquí? —preguntó. Todos se tensaron. Ross sacó su arma de su chaleco y se preparó para cualquier cosa.

—¿Te refieres a la ciudad? —Él asintió—. No lo creo. Sabe que todo está vigilado. Supongo que espera el mejor momento para atacar, por eso hay que estar preparados.

—Ese chico se ha convertido en una molestía para todos.

—Y pensar que hace unos meses solo era un pobre estúpido.

Ross se enfureció. Pero no podía negarlo, eso era lo que había sido en el pasado: un niño estúpido que dependía siempre de sus padres para hacer cualquier cosa, así como había dicho una tal Nataly Morfo en el pasado.

—Hay que cuidar esto muy bien, en cinco días entregaremos la mercancía.

—Así es —dijo el de ojos azules—. En cinco días saldrá un barco de la costa de Cali, y hay que estar alertas a cualquier cosa.

—Mejor vámonos. Hay que estar aquí cuando el jefe y Marcel vengan a ver esta mercancía.

Se fueron entonces. El grupo no salió de su escondite hasta pasada media hora. Luego, hablaron.

—Marcel vendrá con Alejandro Fernández, podría ser la oportunidad perfecta para...

—No, Brayan —dijo Ross interrumpiéndolo—. No pelearemos con él hasta que todos los puntos tengan puestos explosivos.

Identidad Ross Lynch [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora