Capítulo 31. El cuartel secreto de mis padres.

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Maratón 4/5:

El mundo era extraño, confuso. Brayan Lander miraba a través de su ventana al horizonte. ¿Qué veía? Nada en especial; habían pasado ya dos meses y no tenía noticias de su amigo el rubio. ¿Qué había pasado con él? ¿Murió acaso? Esperaba con el alma que no fuera así. Lo esperaba de verdad.

Tenía dos semanas más o menos que no había ido a la universidad. ¿Razón? Ninguna. Su padre tampoco había ido a trabajar y su madre lloraba casi todos los días. Ross estaba dejando algo en ellos que era difícil de explicar y hacía que sus vidas fueran un asco. ¿Por qué? No lo sabía.

El castaño se había pasado las dos semanas en su casa huyéndole a la prensa que lo había atosigado golpeando su puerta y pidiendo explicaciones. No sabía sobre que explicaciones querían, pero suponía que era sobre su amigo.

También no había decidido salir por un sueño que tuvo. En él, aparecía una mujer llamada Betty Burger diciéndole que tuviera cuidado, que posiblemente su muerte estaba llegando y no podría evitarla.

El ambiente donde eso pasó, le recordaba al Río de Plata en Argentina. Había ido un par de veces cuando era más joven; caminaba sin rumbo fijo y siempre fijando su vista adelante, nunca atrás, siempre adelante.

Luego llegó a un bosque que extrañamente tenía hojas de plata. Quiso recoger una, pero apenas la tocó, tuvo una cortada leve que hizo que un poco de sangre saliera de su dedo índice. No intentó de nuevo por temor a tener una cortada mucho más profunda que no pudiera repararse. Siguió caminando, adentrándose más en el bosque de plata y encontró a una persona sentada a orillas del maravilloso Río de Plata. Dudó en acercarse, pero al final lo hizo.

¿Cómo te llamas? había preguntado Brayan sentándose a su lado.

Ella lo miró de reojo y siguió mirando al río.

Betty Burgerhabía respondido ella—. Eres tú, Brayan Lander, ¿verdad?

Sí. ¿Cómo lo sabes?

Me lo han dicho.

¿Quién? preguntó con interés y curiosidad, pero a la vez con temor.

No me compete a mí decirlo. Tampoco quiero hacerlo admitió.

¿A quién entonces?

Tampoco puedo decirlo dijo ella. La mujer aparentaba unos veinticinco años aproximadamente. Era bella, muy bella. Tenía el pelo lacio y era color castaño con unos mechones rubios. Sus ojos plateados combinados con miel, hacían que él quedará rendido a sus pies, como si de un hechizo se tratara. También era sexy, posiblemente más que Estefany Lud, y por un momento, Brayan se enamoró de la chica.

¿Por qué vengo a ti?

Debo decirte una cosa había dicho Betty.

Dime qué es.

Me han hablado de tu muerte. Está próxima, Brayan Lander, muy próxima. No sé cuando es el día exactamente. Puede ser mañana u hoy, o en un mes, o hasta dentro de unos años. No estoy muy segura, pero sé que será más pronto de lo que crees.

Brayan adoptó una cara de terror. ¿Morir? No creía que eso pasara, o por lo menos no aún.

¿Quién ha de matarme? preguntó el castaño con nerviosismo en su voz.

No lo diré. Mejor acostémonos dijo ella y los dos se acostaron en la grama del suelo. Una grama fría, pero a la vez cálida. Era hermoso estar ahí.

Identidad Ross Lynch [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora