Capítulo 16. Solo quiero estar contigo.

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Nataly colocó la carta en donde estaba. Se acostó en la cama de Ross y lo esperó. La pelirroja tenía la esperanza de que cuando el rubio volviera, le pidiera ser su novia, como ella tanto lo había deseado y anhelado en sueños. Vio todo el cuarto de Ross como si fuera la primera vez que lo hacía. Miró en la biblioteca (en la cual no habían muchos libros y la guitarra ocupaba casi todo el espacio. Sí, tenía una guitarra electroacústica en donde tocaba cuando se sentía solo y hasta había compuestos unas cuantas canciones) y vio una serie de libros que tenían una buena portada (según pudo ver), y se interesó por ellos. Se levantó de la cama y vio mejor el título del libro: La Torre Oscura.

Abrió el primer libro y vio el nombre del autor: Stephen King. Siguió leyendo en la siguiente página que estaba en blanco y había un nombre, aunque estaba un poco difícil de entender ella lo comprendió: Javiera Fernández, decía el nombre. ¿Por qué Ross tiene un libro de esa nerd?, se preguntó a sí misma. No será... No, no lo creo. Aunque la mona se vista de seda mona se queda. Y aunque ella se ponga linda, seguirá siendo una nerd. Ross no podría fijarse en ella, claro que no. Volvió a acostarse en la cama del rubio, pero esta vez ya tenía su ropa colocada (o por lo menos la interior) y un libro con el cual entretenerse mientras esperaba a su "chico".

Mientras ella esperaba, el rubio tenía una importante conversación con el que ahora era su suegro: Alejandro Fernández, y la esposa de este: Angélica Fernández. No era necesario que hubiera tal conversación, pero él quería hacer las cosas al derecho como decían por ahí. El rubio miraba atentamente los ojos azules de su suegro y él solo se limitaba a sonreír.

—Muy bien, muy bien —dijo él—. Toma asiento y hablemos.

Ross tomó asiento al lado de Javiera y los señores Fernández estaban sentados juntos, mirándolos.

—Quiero hablar de su hija y de mí. De cosas que han pasado entre nosotros.

—Te escuchamos —dijo Angélica.

Él asintió y tomó la mano de Javiera.

—Conozco a su hija desde hace más de una semana —comenzó—, y eso me ha servido para darme cuenta que su hija me gusta —Negó con la cabeza—, no, es más que eso. Estoy enamorado de su hija y le he pedido ser mi novia. Ella respondió que sí y sé que siente lo mismo que yo. Tal vez no nos amemos, pero si nos queremos y nos adoramos, y no quería comenzar una relación sin su consentimiento.

Alejandro miró a su esposa y sonrió.

—Vaya, vaya. Nos has demostrado que eres un buen muchacho al venir aquí y pedirnos la bendición para empezar una relación con mi hija. Por mi no hay ningún problema, Ross, si tu quieres a mi hija y ella te quiere a ti, tienen mi permiso.

—Gracias, señor Fernández.

—Nada de señor Fernández. Dime Alejandro o suegro —Sonrió y se dieron un apretón de manos—. Bienvenido a la familia, Ross.

—Gracias, en verdad muchas gracias —dijo el rubio con una gran sonrisa en su rostro que le iluminaba toda la cara. No lo sabía en ese momento, pero esa sería una de las últimas sonrisas que mostraría en varios meses.

—Y tú mamá, ¿Qué dices? —preguntó Javiera ansiosa.

—Tú padre ya dijo que sí. Yo apoyo su respuesta y los bendigo. Bienvenido, Ross —Se abrazaron y volvieron a sentarse.

—Y tus padres, ¿Saben de esto, Ross? —preguntó Alejandro interesado.

—Mis padres están de viaje. Mi papá se fue hace más o menos tres semanas y mi mamá se fue la semana pasada. No tengo noticias de ellos desde ayer, pero cuando llamen o regresen se los comentaré —Sonrió—. Sé que se sorprenderán por la noticia, pero a la vez se alegraran.

Identidad Ross Lynch [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora