Capítulo 26. Los padres de Javiera.

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En la Actualidad.

Todo extraño, confuso. Ross miraba su entorno. Sabía perfectamente porque había recordado: debía hacerlo. Ahora, entendía muchas, pero muchas cosas. Entendió que el asesinato de Alfredo debía pasar. Entendió por qué Javiera había llegado a su vida: el destino. No era casualidad que ella viniera de Nueva York a Los Ángeles, si lo hacía era porque sus padres ya debían de acabar con los suyos. Y entendió también que la muerte de Alex y Max había sido por Rubén, o por Alejandro Fernández/Mario Wayne. Todo estaba conectado y tenía un sentido que él desgraciadamente entendió muy tarde.

Todo en silencio. Miró a Javiera y ésta lo veía a él. La chica no sabía todo lo contado, sabía una gran parte, pero no la más importante: que sus padres eran los asesinos de sus difuntos suegros.

—¿Qué sucedió después de qué te dejé? —preguntó Javiera tímidamente. No quería hablar, aún estaba avergonzada por todo lo que había ocurrido en un pasado muy cercano. Pero las palabras salieron de su boca y ella no pudo detenerlas.

—Nada —respondió—. Nada pasó. Mis padres murieron tres semanas después de que tú te fuiste, solo eso pasó.

—¿Por qué recuerdas ahora? ¿Por qué en este preciso instante? —preguntó la chica.

«Era necesario para que mi vida siguiera su curso», pensó.

—No lo sé —respondió con la mentira en la punta de la lengua.

—¿Cuánto tiempo te quedarás aquí? ¿Qué harás cuando te den tú certificado de detective? ¿Te irás?

Ya soy un detective. Ya tengo mi certificado, pensó.

—Tampoco lo sé. Solo el destino dirá lo que pasará. Solo él lo hará.

—Perdóname —dijo de repente Javiera.

—Te odié, juro que te odié más de lo que crees. Cuando te vi otra vez, volví a odiarte y con más fuerza. Ahora solo te vuelvo a amar como antes... o eso creo —La observó—. Eres mi novia y te protegeré —dijo y ella lo miró confundida.

—¿Protegerme? ¿De qué?

—De lo que sea —dijo él y le dio un beso en la boca. Los labios del rubio decían que la necesitaban de alguna manera. Pronto sería la hora de partir, y tal vez no había retorno, en algún momento debería elegir entre su venganza y ella.

La pregunta era: ¿A quién elegiría?

Y sin saber porque, esa pregunta se cruzó en su mente, y supo que si tenía que elegir, elegiría por su venganza, su maldita, pero no absurda venganza.

—Ahorita nos vemos —dijo Ross saliendo de la habitación—. Hablaré con el señor Brake, vuelvo en un rato.

—Está bien.

Salió de esa habitación y buscó a tientas al señor Brake. Dos meses habían pasado y su venganza había esperado mucho. Demasiado a decir verdad. Era hora de contar todo lo que sabía al señor Brake. Ya era lo hora de hacerlo y además, ponerse en marcha con su plan; lo encontró en la puerta de salida/entrada de la gran mansión. Se acercó a él y le colocó la mano en el hombro. El hombre dio un salto indicando que lo había asustado.

—Ross —dijo—. No sentí tu llegada.

—Siento si lo asusté, señor Brake —Lo miró directamente a los ojos—. Ya es hora de que usted y yo hablemos. ¿No lo cree así?

—Sí. Es hora de que sepa cosas que me has ocultado.

—No le he ocultado nada, solo he esperado el momento indicado, y, creo que ya lo es.

Identidad Ross Lynch [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora