Identidad Ross Lynch [TERMINADA]

Capítulo 51. Nueva York.

Antes era Londres. Aquella Londres en donde quedó atrás una persona que antes era mala y se pasó al bando de los buenos. Murió de una manera terrible, pero, ¿Ya no debía morir? ¿No estaba escrito así en el destino? Ross suponía que sí, no, estaba seguro de que así era. Entonces, ¿Solo serían ellos cuatro? ¿Ellos hasta el final? Lo dudaba el detective, claro que lo dudaba, pero ahora eso no era importante. Ahora, ahora era Windsor, la ciudad de Londres había quedado atrás, había quedado en el olvido, pues un gran tornado se había encargado de ella, y ahora era esta. Ellos estaban ahí, entrando a esa blanca habitación en donde estaba uno de ellos.

El doctor entró con ellos.

Gerardo estaba despierto. Se veía un poco confundido y perturbado, pero cuando vio a sus amigos sonrió y ellos le devolvieron la sonrisa.

—Hola... —dijo Gerardo con voz un poco débil, pero sin dejar de sonreír.

—Hola —dijeron todos y Ross miró a su compañero.

—Qué bueno que ya estés mejor —dijo el detective con voz ronca. Al parecer el efecto de estar llorando le estaba afectando en ese momento y todos lo notaron.

—Sí, eso creo, aunque no puedo mover mucho las piernas porque me duelen un poco. El doctor dijo que era normal. Dijo también que la herida no era grave y que no afectó ningún órgano.

—Es muy cierto —afirmó el doctor—. Señor Lynch —Lo miró—, ¿Fue usted el que le extrajo la bala? —le preguntó.

—Sí. Fui yo, doctor.

—Déjeme decirle que fue brillante, eso ayudó mucho a Gerardo. En una parte fue por eso que no fue algo grave.

—Hice lo que debía hacer —dijo Ross—. Gerardo es mi amigo, y no dejaría que muriera a menos que ya sea inevitable —dijo él.

—Gracias, Ross —dijo Gerardo, mirándolo mientras le sonreía.

—No importa, Gerardo —Ross le devolvió la sonrisa—. Ahorita lo importante es que estas a salvo. Y —Miró al doctor— ahora debemos hablar a solas, doctor. Entiende lo que digo, ¿no? —Él asintió y salió.

—¿Qué sucede, Ross? —preguntó con suavidad Brayan quien estaba a su lado.

Ross los miró a todos y luego habló.

—Ya todos saben que sigo aquí, que Brayan está aquí, y que ustedes están aquí, Raúl y Gerardo. Eso muy poco me importa, pero ellos saben que estamos tras ellos y que buscamos su muerte —Hizo una pausa—. Estaremos aquí por dos semanas y nadie sabe lo que pueda pasar en esas dos semanas. Hay que estar alertas. Hay que estar preparados por si tenemos que irnos —Fijó sus ojos en Gerardo—. No te dejaré, Gerardo, aunque sea la única opción que tenga. Todos nos vamos de aquí juntos, o todos morimos. ¿Entienden?

Asintieron.

—¿Por qué estabas llorando, Ross? —preguntó Gerardo.

Él suspiró.

—Ya no importa —respondió—. Importa que los cuatro estamos aquí. Ayer perdí a un hombre valioso y no perderé a otro. Quiero pedirles una gran disculpa a todos. Sobre todo a ti, Gerardo. Casi mueres por estar a mí lado y si eso hubiera pasado, me hubiera tirado al vacío sin importar nada. Ustedes, más el señor Brake, Jacinta y su sobrina, son lo único que tengo, y si lo pierdo, la venganza no importará —Hizo una pausa mientras unas pequeñas lágrimas rodaban por sus mejillas. Después de tanto tiempo, había decidido que en la venganza estarían todos ellos juntos, o si no, nada. No iba a sacrificar a ninguno, porque todos formaban una parte especial en su vida, que si se iba, él se iba con ellos—. ¿Entienden mis palabras?