Capítulo 21. If I Can't Be With You.

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Salieron del aeropuerto y entraron en el auto de Ross. Brayan se colocó en el asiento del volante y empezó a conducir. Ross estaba con Javiera en la parte de atrás junto con Stormie, y Mark acompañaba a Brayan en la parte de adelante. El rubio colocó en su teléfono una música que se titulaba Sugar de un grupo llamado Maroon 5. Los tres chicos cantaban, pero ni el castaño ni la chica, podían opacar a Ross Lynch quien tenía una buena voz. Si se dedicaran a cantantes, pensó Mark riendo en sus adentros, posiblemente se morirían de hambre.

—¿A su casa entonces? —preguntó Brayan dejando de cantar. Miró a su padrino y éste negó con la cabeza.

—No. Iremos primero a otro lado —dijo Mark ante la mirada de desconcierto de todos.

—¿A dónde quiere ir? —preguntó el castaño confundido.

—Acudiremos al cementerio antes de ir a la casa. Creo que se lo debemos a ustedes dos —Miró a Stormie y ella asintió. Luego posó sus ojos en Javiera y añadió—: Mejor dicho, a ustedes tres.

—No. Solo a ellos dos —dijo Javiera y Ross la miró confundido—. No fui amiga de Alex ni de Max. Tampoco me caían mal, pero no merezco ser nombrada cuando no los conocí tanto como su hijo o como Brayan.

Mark asintió y le sonrió.

—Vamos, Brayan. Vamos al cementerio.

Recorrieron treinta y cuatro manzanas para llegar al cementerio. El auto estacionó en frente de una gran puerta color negra. Bajaron y un hombre que aparentaba unos treinta años salió de una cabina de recepción que estaba al lado del portón. Ross, Brayan y Javiera ya lo conocían. Lo habían visto ayer cuando vinieron al entierro de sus amigos. El hombre de cabello oscuro, ojos negros y tés morena los atendió con una gran sonrisa en el rostro que los cinco devolvieron.

—Buenas tardes, señores. Un gusto conocerlos a ustedes, señores Lynch —dijo estrechando la mano de los tres Lynch. Al parecer era un gran fan. Si es que se le podía llamar así, pensó Brayan—. También es un gusto conocerlos a ustedes, Brayan Lander hijo de José Lander, y Javiera Fernández hijo de los famosos empresarios Alejandro y Angélica Fernández —Tomó sus manos y los tres Lynch no prestaron atención a lo que decía por muy mal hecho que estuviera. Si Stormie o Mark (sobre todo Mark) hubieran escuchado Alejandro o Angélica, no hubieran dudado en sacar un arma del maletero del auto de su hijo y pegarle un buen tiro en la cabeza a Javiera. Luego, le explicarían todo a Ross y tal vez sufriría, pero sería por muy corto tiempo, claro. Después, sabría todo, pero eso daba igual.

—Buenos días —respondieron todos como si fueran un gran coro.

—Queremos pedirle que nos deje entrar. Venimos a ver a unos buenos amigos que no pudimos ver ayer por razones que ya usted debe conocer.

Él asintió.

—Quieren ver a Max Flower y Alex Bring, ¿no? —Todos asintieron—. Entonces pasen, pasen —Les abrió el portón y los cinco se adentraron en el lugar.

Caminaron unos sesenta metros al norte. Se encontraron con unos cuantos estantes en donde habían unas cuantas urnas. Estas urnas que ni siquiera estaban en la tierra como se merecían, tenían un lugar en ese estante de pobres por eso: por pobres. Las personas que no tenían para pagar unos dos mil dólares para tener un buen entierro, podían pagar doscientos dólares por tener uno en el estante. Claro, para los Bring y los Flower que eran socios en su compañía de autos importados y exportados del país no era problema, pero habían otras personas, claro que las había.

Identidad Ross Lynch [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora