Capítulo 40. Hora de morir, perra.

79 15 2
                                    

Los Ángeles recibían un nuevo día. Todo era hermoso, claro y tranquilizador. En la casa de los Lander en donde solo estaba el señor José, el aire era frío y él se sentía muy solo. ¿Dónde estaba su hijo? No lo sabía. Dos semanas habían pasado desde que su hijo se había ido a cualquier parte, a cumplir su venganza junto con un amigo (que él ni siquiera conocía) y no sabía absolutamente nada de él. ¿Podría cumplir la venganza? Creía que no, pero esperaba que sí. Mientras tanto, él haría todo lo que estaba a su alcance para crear su "muerte" ante los ojos de todos.

Alguien tocó la puerta.

Él fue a ver quién era.

Su amigo, el pintor, lo esperaba ya listo para hacer lo que habían planeado.

José dijo él mientras lo saludaba amistosamente con la mano—. Ya tengo todo listo.

Pasa, Omar El hombre pasó. José cerró la puerta tras de sí.

Perdóname, ¿sí? Dije que sería todo en un par de días, pero me ha costado conseguir algunas cosas y hacer el muñeco, pero todo ya está listo para que pongamos el plan en marcha.

Que bueno escuchar eso dijo José con una gran sonrisa en su rostro mientras miraba su reloj de mano—. Apenas son las siete. Ya iré al trabajo. Compré los explosivos y los instalaré ahora mismo. Tú, trae el muñeco y haremos todo.

Así lo haré dijo Omar y José empezó a subir las escaleras—. Espera.

¿Sucede algo? preguntó volviéndose hacia su amigo.

Quisiera saber cómo te encuentras con respecto a tu esposa.

Lo miró y con eso le dijo todo. Aún así respondió:

Me encuentro bien en lo que cabe. No te diré que la extraño porque eso es muy obvio, pero he aprendido a dormir sin sentir su cuerpo y sin decirle Te amo.

Tal vez, algún día puedas rehacer tu vida con otra persona.

Brayan no me perdonaría eso, Omar. Y posiblemente yo tampoco me lo perdonaría. Soy hombre de una sola mujer a pesar de haberla engañado hace meses, pero aún así, solo pertenezco a Marta.

Él asintió.

Muy bien.

José fue a su cuarto mientras Omar se iba a buscar al muñeco. En media hora, los dos volvían a estar reunidos, pero ahora con el muñeco parecido a su hijo que los estaba observando muy macabramente.

Bien. Ya instalé los explosivos que se activarán cuando presione el botón de este control Le mostró el control negro con un botón verde en todo el centro.

Aquí ya está el muñeco. ¿Dónde lo dejáremos?

José miró la amplia sala.

Ahí Señaló las escaleras—. Justo al lado.

Asintió.

Me parece una buena idea dijo mientras levantaba al muñeco que pesaba unos treinta kilos aproximadamente y lo colocaba al lado de las escaleras.

Ahora, nos iremos Le estrechó la mano a su amigo mientras se encaminaban a la puerta—. Tú trabajo aquí ya está hecho y te doy las gracias por eso Él asintió—. Todo depende de mí, ahora Salieron de la casa—. Gracias, y espero verte pronto.

Identidad Ross Lynch [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora