Capítulo 57. Declaración de amor y tiroteo en el mar.

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"Y ahora, había otra muerte que tenía que cargar en sus espaldas... en su venganza".

Identidad.

Marcel Ryan salía de la casa de los Fernández con mucha prisa y nerviosismo.

Caminaba por las oscuras calles de Los Ángeles buscando un lugar seguro en donde poder hacer la llamada que haría que se calmara un poco. Miró atrás unas dos o tres veces para asegurarse de que no lo seguían, y se calmó al ver que no era así.

Suspiró.

Llegó al parque en el que meses antes Ross y Brayan se habían reunido. Se sentó en uno de los banquitos que allí había, y, sacó su teléfono marcando el número del detective Ross Lynch.

Se levantó bruscamente cuando él le contestó.

—¿Hola? ¿Marcel? ¿Cómo estás? —había preguntado el detective con un aire de tranquilidad.

¡Ross, pasó algo horrible! ¡Algo que no esperábamos! ¡Algo que podría cambiar las cosas de gran manera! —dijo él mientras sentía que unas pequeñas lágrimas se escapan de sus ojos. Estaba frustrado.

El detective se alarmó al escuchar sus palabras.

—¿Qué sucedió, Marcel?preguntó con curiosidad y ansiedad.

—Él ha...y dejó la frase en el aire porque sintió un tiro en la espalda desgarrarle varios órganos del abdomen.

Cayó al piso de inmediato mientras su celular volaba por los aires como un balón de fútbol que es pateado con poca potencia hacia el cielo. Voló cuatro metros sobre el suelo, cayó dos metros a la izquierda de su cuerpo. Como pudo, miró al frente y vio a dos personas. Eran una mujer y un hombre.

Alejandro y Angélica Fernández.

Ella tenía el arma asesina.

Y lo peor del caso es que nadie había visto ni escuchado nada.

—¿Por qué, Marcel? —preguntó Alejandro con una mirada de decepción—. ¿Por qué me has traicionado? Te había dado mi total confianza, y tú, pasando información a mi mayor enemigo, aquel que me quiere ver muerto, que quiere destruir toda la red Hizo una pausa. Quiere destruirme.

—Y-y l-lo hará —dijo con voz entrecortada mientras que la sangre salía por su boca. Sonrió—. É-él lo ma-matará por-porque así es-está es-escrito en el des-destino.

Sonó de nuevo otro disparo. Este le impactó en la frente y lo mató directamente. La sangre caía a borbotones de su frente, y llenaba el césped, dándole al lugar un ambiente horrendo que ya estaba marcado por el signo de la muerte.

—¡Maldita sea, Marcel! ¿¡Qué está pasando!? —se escuchó la voz en el teléfono del recién fallecido.

Alejandro tomó el celular.

—Hola, Ross Lynch —habló la voz de los tormentos del detective. Esa voz pertenecía a su enemigo, aquel que tanto sufrimiento le había hecho pasar.

—¿Alejandro Fernández? —preguntó. Todos los de su grupo colocaron ojos como plato.

—Así es, Ross Lynch. Déjame decirte que nunca pensé que tuvieras a alguien que me vigilara. Te felicito, detective. Has estado un paso por delante de mí por mucho tiempo, pero ya no. Tanto tú como yo, sabemos que el final de uno de nosotros se acerca. Hasta ese día, te estaré esperando —dijo y colgó.

Identidad Ross Lynch [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora