Identidad Ross Lynch [TERMINADA]

Capítulo 44. El destino.

Maratón 3/6:

"El otro aliado que esperaba, estaba ahí, frente a su ojos. Y él, lo acogió con mucho cariño, sin saber, que sería él el que rompería su corazón".

Identidad.

Todos volvieron a mirar al líder. Aquel hombre siguió el ejemplo de los demás mientras la mirada del detective se posaba en él. «Podría ser este el peligroso», pensó el hombre sintiendo extrañamente un temor en su cuerpo. Sin embargo, sus manos no flaquearon, sino que se mantuvieron firmes, más firmes que nunca.

«No —le dijo el detective a la voz de Robert Modhy quien ya se había quedado a vivir en su mente—. No es mi hora de morir. Aún no».

¿Y ya era la hora? Por supuesto que aún no.

El detective sacó su arma (que estaba en su funda, escondida por el saco que traía) en un movimiento rápido para todos. Apuntó en una milésima de segundo al arma de su enemigo y disparó haciendo que esta volara a otra parte del lugar.

Todos se quedaron sorprendidos.

—¿Quién eres? —preguntó el hombre más asustado que nunca.

—Puedo ser la muerte o la vida para ti —respondió el detective—. Puedo ser lo que tú quieras que sea.

—Espera —dijo Raúl. Todos voltearon a verlo. «¿Qué coño...?», pensó el detective—. ¿Lloris? —preguntó. «Ahora sí que puedo ir al manicomio», pensó Brayan confundido. Todos estaban confundidos.

Ya no había arma en las manos de ese tal Lloris, pero si la hubiera tenido, den por seguro que la hubiera bajado.

—¿Raúl? —preguntó Lloris—. ¿Eres tú, Raúl?

—Así es, viejo amigo. Soy yo —dijo y fue a abrazarlo.

Los dos estaban abrazados.

—¿Conoces a este tipo? —preguntó Brayan a Gerardo en un susurro.

—No. Y me parece raro que Raúl si lo conozca.

Se soltaron los dos amigos.

—Vaya, vaya. Nunca esperé encontrarte aquí. Me he enterado que ahora eres uno de los lacayos de confianza de Rubén —Hizo una pausa—. Te has vuelto un arrogante después de eso, ¿no?. Ya ni me visitas.

—Discúlpame, amigo —dijo Raúl, cabizbajo—. Sabes que estar en este negocio es difícil —Miró a su hermano—. Mira, el es mi hermano Gerardo. Nunca lo conociste porque cuando empezó a trabajar, ya yo era de confianza de Rubén, ¿entiendes? —Lloris asintió—. Ven, Gerardo —lo llamó y él fue a su lado.

—Mucho gusto —dijo Gerardo—. Mucho gusto.

—Igual es un gusto —dijo Lloris—. ¿Y quiénes son ellos? —preguntó mirando a Ross y a Brayan.

—Son unos nuevos trabajadores —respondió Raúl—. Disculpa al que disparó, es muy desconfiado y como llegaste así de la nada, respondió como sabía. ¿Es rápido, verdad?

—Muy rápido —afirmó sonriéndole al detective quien le devolvió la sonrisa dubitativamente. Aún sospechaba un poco del hombre desconocido.

—Y dime, ¿Cómo está tu esposa y tu hijo? —preguntó Raúl. Ross ya había bajado su arma y la había guardado en su funda.

—Bueno, mi esposa ya está bien. Como sabrás ella tenía cáncer, pero gracias a Dios ya está bien. Y con respecto a mí hijo, también está bien. Está creciendo fuerte y sano. Ahora dime, ¿Por qué tienes ese rostro de mentira? Además, ¿Por qué nadie me avisó que venías?