Dulces

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Estaba cortando un trozo de pastel de triple chocolate y sirviéndome una taza de café, fui a la sala, aprovechando que no estaba mi tía, tenía una pijama con pantalón negro flojo y una blusa roja de tirantes ajustada, un chongo bastante deshecho, sostenido por milagro, estaba tranquila relajada y sola. No es que no me agradará mi tía o mi primo porque si aunque mi tía tenga una obsesión con hacerme cambiar, la quería y mi primo aunque lo adoraba, había ocaciones donde en realidad no me agrada estar con nadie, ni los soporto y por fortuna ellos habían tenido que salir para comprar algo, no sé qué y no me importa estaba muy tranquila a pesar de que llovía mucho.

Empecé a acomodarme bien en el sofá cuando el teléfono sonó, diantres, rodé los ojos y fui a contestar.

—Hola—dije dando un sorbo semi café.

—Hola hermosa—la voz de mi primo apenas se escuchaba gracias a la lluvia— oye un amigo irá a cuidarte porque no vamos a poder regresar, unos autos chocaron y cerraron el paso... En fin, al fin no podremos llegar y vamos a ir a un hotel a dormir, nos vemos mañana.

—Si está bien, no tiene que venir tu amigo... Estoy muy bien, es enserio.

—Mi tía lo manda para que cuide que vas a comer, además porque tienes que hacer algo, no sé qué es pero sé que mañana habrá algo y por eso lo mando, si fuera por mí no iba nadie y te encerraba en una habitación.

—Me alegro que confíes tanto en mi, tranquilo no pasara nada, bueno estaré al tanto de lo que pasé mañana, pero te dejo porque están tocando a la puerta.

—Esta bien hasta luego.

Camine a la puerta y me encontré a Sergio con una caja plateada de repujado en sus manos, era ovalada y muy hermosa.

—Hola, esto decía tu nombre, estaba en la puerta—lo tome y fui a la sala dejando la puerta abierta—tú tía me pidió venir a cuidarte, ¿ya cenaste?

—Si, ¿y tú?—dije abriendo la cajita, tenía unos dulces rojos, tome uno y estaba delicioso, era de cereza, no sabría describirlo pero estaba delicioso, era como gomita pero más similar en textura a los borrachitos mexicanos que a las gomitas, estaba cargado de sabor y solté un sonido de satisfacción.

—N-no, pensé que íbamos a cenar juntos, ¿eso está bueno?

—Claro que lo está, es el mejor dulce de todos, ¿quieres café y pastel o algo más?

—Café y...pastel de chocolate si es que tienes.

—¿Quién crees que soy? Obviamente tengo, hasta la duda ofende. Si te vas a quedar te tengo que decir que como mañana es fin de semana me despertaré tarde, no me importa que, mínimo me levanto a las 9 de la mañana, no me puedes molestar antes porque yo muero al dormir y no importa el ruido que hagas no me despertaré.

Le serví su rebanada de pastel y su café , le dije donde quedaba todos, donde dormiría y donde estaba lo que quisiera, tome mis dulces y me fui.

En la mañana siguiente me fui a bañar y al salir no estaba mi ropa, así que fui a mi cuarto con la toalla cuidándome de que no estuviera Sergio, al llegar abrí mi armario y solo me encontré con faldas, blusas y mis zapatos normales, nada de pantalones, ni medias, lo máximo que tenía eran calcetas.—¡Sergio!

—No te daré tu otra ropa, tú tía me dijo que tenías que usar algo de ahí

Rápidamente busque ropa que me cubriera más, me encontré con un suéter de manga larga beige y bastante largo, un vestido muy ajustado pero más largo que las faldas de color negro, calcetas largas negras, y unos botines color camello o mostaza que se veían mucho, también me puse una chamarra verde militar y una bufanda guinda muy grande.

Al salir  Sergio se veía más divertido de lo que debería de verse, mis mejillas estaban rojas y estaba intentando bajar lo más posible ese vestido pero no podía, baje rápidamente a la cocina para empezar a hacer algo de desayunar,  hoy quería unos...

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Al salir  Sergio se veía más divertido de lo que debería de verse, mis mejillas estaban rojas y estaba intentando bajar lo más posible ese vestido pero no podía, baje rápidamente a la cocina para empezar a hacer algo de desayunar, hoy quería unos wafles con fruta, así que eso hice le hice 4 a él y 6 a mi, corte fresas, manzana, durazno, frambuesas, zarzamoras y plátano, agarre una bola de helado de vainilla y se lo puse hasta arriba, se veía deliciosos, así que comencé a cómo dar la mesa.

—Si comes eso te arrepentirás más tarde, tú tía...

—No importa, tengo hambre y esto se caee de bueno, come y déjame comer.

Y eso hizo, me quite un momento la bufanda porque me estorbaba para comer y seguí hasta acabar, me tomé mi café e iba a mi cuarto cuando Sergio me indicó que tenía que ir con el, lo seguí poniéndome la bufanda y entre en un auto con el, fuimos a la plaza cercana y fuimos directamente a una tienda de vestidos de gala, yo iba a necesitar uno por un concurso así que supuse que íbamos por eso, no me equivoque. Adrián el dueño y diseñador de modas de ahí me vestía a su antojo, este año iba a entrar en un concurso de baile y mi vestuario lo hacía el, aunque también tenía que ir a reuniones con mi tía y sus accionistas, lo cuan era algo completamente incomodo.

Mi vida desastrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora