Nuevas compañias II

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Había recibido varías nalgadas y golpes que enrojecieron mi piel en piernas y abdomen, pero no habían sido a tal grado donde me doliera muchísimo, también me había regañado pero lo peor para mi había sido la humillación en general, me dolía mi mandíbula, y estaba toda babeada, lo odiaba y me sentía avergonzada, como si yo no pudiera controlar mi tonta saliva, también me dolían los brazos y piernas por mantenerlas en una sola posición, el señor estaba loco pero tampoco podía evitar pensar que tenía razón... el señor tenía razón... me empezó a desatar, mis extremidades estaban entumidas y me dolía el cuerpo de estar tensa todo el tiempo, me cargo hasta una habitación de baño, la tina era grande, más que la que yo tenía, abajo, me fue masajeando y me susurraba que, eso no hubiera pasado de no haber sido una niña mala, y en cómo le lastimaba que yo intentara huir, el solo me había dado lo mejor y tenía razón, el solo se preocupaba por mi.

—Ya... ya... mi pequeña, deja de llorar, solo prométeme que no volverás a intentar escapar, mi linda niña no puede ser mala ¿verdad?—negué con la cabeza, me fui calmando hasta que solo tenía pequeños espasmos, me sacó de la tina y me puso crema en todo el cuerpo, sentía un poco de ardor pero no quitaba la culpa que sentía—ahora nena te vas a poner lo que yo te diga, no quiero ni una sola queja, entendido, no quiero a niñas malas, ¿eres una niña mala?—volví a negar con la cabeza, pero él no se veía contento, ¿Por qué no se veía contento? Yo quería que él estuviera contento—no te oigo...

—Yo no soy una niña mala, ya no...yo me portaré bien, seré buena—me volteo,  me puso unas medias... y las ato, las medias eran suaves y lisas, color blanco atrás luego me puso un corsé lila al que empezó a ajustar... era rígido, mucho.

—Cada que te ande del baño me lo dirás inmediatamente, no puedes aguantarte del baño con esto puesto, ¿entendido?—asentí, estaba con la respiración entrecortada, y ahora limitada, me precio acá los pechos y se veían por el borde, parecería que tengo mucho más pecho de lo que en realidad tengo, las panties que me puso eran traslúcidas y tenían ligas, como si estuviera integrado un liguero, me ato las medias, encima me puso un mameluco naranja, tenia forma de zorro... estaba cubierta, pero me sentía expuesta, como si todos pudieran verme debajo del mameluco, no me gustaba—Pequeña, ahorita necesito que le digas si vas a necesitar ir al baño, si no es así, vamos a bajar, ¿vas a tomar la pastilla, entendido?

—Si, lo entendí señor... yo... yo no tengo ganas de ir al baño... ¿voy a comer?

—No ya no hay tiempo pequeña, te has portado mal y mínimo tendrás algo de hambre, al rato al llegar vas a comer algo, pero te daremos vitaminas, por nada del mundo quiero que enfermes.

Bajamos, pero me estuvo agarrando todo el tiempo fuertemente, realmente no quería escapar, estaba demasiado cansada y me dolía caminar, hasta tenía sueño, no creo que necesite las pastillas para dormir... solo me mantenía despierta el dolor de moverme, me senté en el comedor y había un huevo revuelto con tocino y jamón, era mucho para mi, mi tío me lanzó una mirada y empecé a comer rápidamente una vez que acabe me dio un jugo de naranja y unas pastillas, me las tomé y tome jugo rápidamente, pero no tome todo, no quiero tener algún accidente mientras estoy dormida.
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Me fui despertando, y me encontraba en un lugar cálido, el sol me daba en la cara y tenía algo de calor, la cama donde estaba era muy cómoda, al querer levantarme fue cuando recordé no solo el dolor, sino todo lo qué pasó—¿Señor? ¿Estás aquí? ¿Señor?—tenía ganas de llorar... y si me dejo con alguien más, y si solo me abandono... digo en general no me han querido mucho, ¿y si se aburrió de mi?—¿Papá...? ¿Papi? ¿Señor...? —me senté para salir de la cama.

—Aquí estoy pequeña...— me levante y fui a abrazarlo—tranquila, tranquila pequeña, estoy aquí, ven vamos, tenemos que ir con alguien—alguien, el último alguien fue mi tío, ¿había alguien más? ¿Cómo va a querer que le hable?
La casa se sentía muy agradable, tenía algo de calor pero pasaba una brisa bastante fresca, la casa se veía muy bonita, algo antigua pero bien mantenida, pisos de madera, paredes color crema, muebles también de madera y lindas lámparas empotradas a la pared, pero no había muchas decoraciones... resbalé un poco y me agarré del señor mientras sentía otra vez un fuerte dolor en mi abdomen—mejor te cargo pequeña que te puedes caer con lo que traes puesto—no sabía cómo me iba a cargar porque bueno... solo le cargaban cuando bailaba...se agacho y me cargo estilo princesa—Estas muy ligera pequeña, creo que quizá es necesario que comas un poco más... tendríamos que ir al doctor.

—No señor, yo estoy bien de peso, la última vez que fui al doctor me dijo que todo estaba bien, es también porque mi estatura no es mucha...—sentí no como empezó a bajar escaleras y me agarré de su cuello.

—No lo se pequeña, creo que es necesario, además tenemos que ver otras cosas.

—Me dan... me dan mucho miedo las inyecciones... yo no me gusta que me vean cuando me inyectan, ¿podrías hacerlo tu?

—Ya veremos, todo depende de cómo te comportes.

Llegamos a una sala y ahí había otro señor, más de la edad de mi tío que del señor... y había una chica a un lado de el, traía ropa aniñada pero muy corta... muy colegiala por decirlo de una manera... ¿la chica estará secuestrada también? Ese señor..., me dejo de cargar el señor, yo me puse a tras de mi señor... a el ya lo conocía y el señor se veía muy serio...el se empezó a acercar a mi... se puso en cuclillas frente a mi...

—Hola nena, soy amigo de tu papi y de este señor... tranquila, solo es para que tengan unas pequeñas vacaciones tu y mi chiquita... ¿me dices tu nombre nena?—apreté un poco más la camisa del señor...e intente verlo pero el solo me acarició la cabeza...

—Yo...Yo me llamo... Estrella... Narváez... emm Blanco, disculpe pero ¿Cómo le puedo llamar? Porque como dijo yo tengo a mi señor y a papi y no le puedo decir señor... ¿Qué tal si se confunden? Amm yo no quiero hablar mucho es solo que estoy nerviosa amm yo lo lo siento.

—No te apures nena, me puedes decir... ¿tío? ¿Te parece bien? Al fin mi pequeña le dice tío a tu papi... ¿está bien nena?

Mire a mi señor un momento y apreté más su camisa... me volvió a acariciar mi cabello—Si, esta bien... tío... Mm yo tengo que decirle algo a mi señor... ¿me permites? — jale su camisa para que se agachara, cuando
Lo hizo tome su cabeza y la volteé para poner su oreja frente a mi—Tengo que ir al baño—susurre—por favor señor.

—Ahorita regresamos, para que conozca a tu pequeña—caminamos por un pasillo hasta llegar al baño, entramos juntos y me quito el mameluco, me fue desatando el corset y ya que lo hizo solo me tape con mis manos, se salió y pude hacer del baño sola y tranquila, luego me acomide el corset y medio lo puse, me lave las manos y le abrí la puerta, le di la espalda para que me ajustara mejor y eso hizo, me puse el mameluco y acomide la capucha—vamos a regresar y vas a ser una niña buena como hasta el momento, no les dirás nada sobre la relación que llevan ni molestaras a su pequeña, ¿entendido? Tampoco mencionaras nada del porqué estás con nosotros, y te voy a dar una pastilla para el dolor que has de tener, bien regresemos.

Mi vida desastrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora