Despertar

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Lo primero que vi fueron mis piernas, y bridas para cables, estas unían mis pies y una cinta sujetaba mis rodillas, era algo incómodo y doloroso, me sentía mareada y con la mente nublada, cerré mis ojos e intente tocar mi cabeza, me di cuenta que mis muñecas también estaban atadas y por fin me percaté de que estaba sentada en una silla de madera, mi cuerpo estaba entumido.

—Comiste muchos dulces, no imaginé qué estuvieras tan tensa después de tu primer beso...—en ese momento una mano tomo mi mandíbula y subió mi rostro, sentí como mis mejillas estaban algo rosadas—¿Como te sentiste después?—Su mirada me daba miedo, no podía hablar tenía algo en la boca que me lo impedía, podía escuchar mi corazón retumbar fuertemente. No lo conocía, pero no era mucho mayor ¿5 años? Era atractivo, buen físico, se le marcaban los músculos...—¿Cómo vas a poder hablar si no te quito la cinta?—se acercó a mí, sus manos tocaron mi rostro delicadamente, me quitaba la cinta de forma que no me lastimaba, llevaba la mitad cuando su rostro se juntó aún más—Mi pequeña...tienes que dejar de analizar me, y si te escapas no será lo mejor que digamos... le pueden ocurrir cosas a tu primo, no queremos que se repita lo de tu hermano ¿verdad?—Él sabía que les había pasado, seguía sin acordarme de que es lo que había ocurrido, solo tenía imágenes borrosas de todos los recuerdos ocultos que podía llegar a tener. Me quito la cinta y acaricio mis labios.—¿Y bien? ¿Qué sentiste?

—Tristeza—mi voz sonaba ronca y sentía mi boca pastosa—decepción—me lastimaba la voz y el fue por un vaso con agua, lo puso en mi boca y me dio de beber, me escurría por los bordes de mi boca el exceso de agua pero no le importaba mucho menos a mi, el agua bajaba por mi garganta llegando a mi pecho, cuando dejó el vaso en una mesa que había ahí, fue por algo al fondo de la habitación, no podía ver mucho, estaba oscuro.—enojada... y más triste.

Su mirada parecía analizarme, fijándose si no mentía. Después de un tiempo pareció aprobarme... no sabia bien que hacer, mi mente me decía que tenía que escapar como fuera posible pero si amenazaba la vida de mi primo... no sabía si lo valía además mi tía también estaba en riesgo.

—No hubieras sentido nada de eso si te hubieras esperado, pero no... además todo pudo haber sido más especial, bonito, en vez de ese tonto comportamiento, pequeña.— su mirada parecía evaluar cada centímetro de mi, aprobándome o reprobándome, sabía que en casos así lo mejor era seguirle la corriente en lo que él deseara.

—Lo siento—baje la vista, en verdad lo sentía, de haber sido lo contrario quizás no estaría aquí—yo de verdad lo siento—mi voz sonaba triste, a punto de romperse.

—Está bien pequeña, en fin es momento de prepararte, tu cuerpo estará débil durante unas horas más, pero hay que ponerte guapa—asentí con la cabeza, no sabía a qué se refería, me desato y después de intentar levantarme lo comprendí todo, casi caigo— cuidado pequeña...

—Yo lo siento...—dije cuando me tomo en brazos, me llevó a una habitación blanca, con mucho encaje y lila, por algún motivo estar ahí me relajaba y perturbaba a la vez—Esta habitación... yo... ¿la conozco señor?
—Si mi pequeña... es tuya, ¿te gusta? Cambie la cama, la otra te quedaría chica en este momento—me recostó y me fue quitando los zapatos—es momento de un baño—su mirada recorrió mi cuerpo lentamente, me fui poniendo roja, no quería bañarme.

—¿Es necesario señor? Quisiera dormir...—dije con la voz más tierna que podía darle. Yo realmente no quiero estar desnuda, débil y con el en la misma habitación.

—Claro que es necesario, hay que cambiarte de ropa y quitarte todo rastro de ese tipo, voy a preparar el baño—se fue por una puerta de las 4 que había en ese cuarto, la cama tenía un mosquitero sostenido por 4 columnas que pertenecían a la cama, está era de madera, pintada de blanco, había muchas almohadas en la cama con lazos o decoraciones en lila, también había peluches en toda la habitación, el piso era de madera y estaba cubierto con algunas alfombras bastante acolchonadas, había un mueble con maquillaje y otras cosas que no sabía que eran, este tenía un gran espejo y focos alrededor, también había un librero y un baúl en la habitación,las puertas se encontraban 2 puertas de mi lado izquierdo , una enfrente y otra a mi derecha, el señor salió por la derecha, no había cuadros pero si grandes espejos, uno entre las dos puerta de la izquierda y otro en el de la derecha—bien pequeña, ya casi está listo tu baño, hay que desvestirte—mi mirada se bajó y sentimos mejillas arder, de enojo y vergüenza, se acercó lo suficiente para quitarme los zapatos, las calcetas, siguió con la blusa, mi cuerpo temblaba y no hacia frío ahí, sus manos me quitaban la blusa lentamente, sus pulgares rozaban mis costillas y hasta que me quito todo me di cuenta que me sentí cohibida, me desabrochó el pantalón y también me lo quito lentamente, estaba avergonzada, nunca he sido fan de mi cuerpo pero que él me viera casi desnuda me ponía muy nerviosa.—Han crecido más de lo que creí, la ropa que te mande te debió de lastimar—mi ropa interior en este momento era una pantaleta verde claro y un sostén de tela amarillo canario, me cruce de brazos, cuando sentí sus dedos en mi ropa interior los baje esperando que no me los quitara.

Mi vida desastrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora