Perdida

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Siempre quise que me viera y pensara que estaba orgullosa de mi, obviamente eso no pasó, nunca supe el porqué me detestaba o porque mis hermanos eran mejores, nunca supe porque si se me caía un vaso con leche me reprimían de tal manera y si mi hermana tiraba un juego de platos, mi madre salía corriendo a ver si su nena se había lastimado. Tampoco sabía porque mi padre nunca paró esa actitud, ella no me quería todos lo sabíamos pero porque mi padre no le hacía quererme o al menos fingir un poco de cariño incluso solo pretender que no me odiaba.

La verdad sigo sin acordarme del todo como fue mi infancia, hoy desperté llorando sin saber bien el porqué, quizá era el libro que estaba leyendo, quizá sólo eran mis hormonas, no lo sé, tal vez si extrañaba a mi familia, quizá en realidad no lo hacía, el señor no me trata mal, me cuida me protege, nunca me ha maltratado, le gusta verme bailar y tocar el violín, incluso me ha dejado comer varias cosas nueva, ya puedo vestir con mas libertad siempre que use la ropa interior que él quiera. Digo puedo hacer muchas más cosas que antes y él me enseña cosas nuevas, pero mi primo o mi tía al recordar sus caras me ponía melancólica, quería verlos... sentí los brazos del señor rodeándome, su calor era agradable, yo me sentía tan fría y débil...

—Estos hermosos ojos no deberían llorar, ¿por que lo hacen?

—La verdad no lo sé señor...—me dejo de abrazar, el siempre me respetaba en mi área de confort, pero yo quería seguir sintiendo su calidez, quería tocarlo, él se levantó y sentí como la cama se movía cuando me dejaba sola, yo ya no quería estar sola, me camine detrás de él y poco antes de que llegara a la puesta le tome la manga—¿Señor... podría dormir conmigo por favor? No quiero que me deje sola... por favor señor...—Mi voz era un susurro, solo nuestras respiraciones se escuchaban—Si usted no quiere...

—Lo haré pequeña tu tranquila, dormiré contigo solo espérame por favor, ahorita regreso

—Esta bien señor lo esperaré aquí.

—No te muevas de ahí pequeña—abrió la puesta y esta vez no se escuchó el seguro pero no me quería mover, si el señor regresaba podría descubrirme cerca y se podría enojar además porque me iría si aquí he estado tranquila y más feliz que antes.

Mi vida desastrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora