Capítulo seis
Sin pedir su permiso, subí a la habitación en la que me mantenía presa desde hace dos días.
Cerré la puerta tras de mí. No sé porque lo hice, de todos modos, él podía entrar si lo quisiera.
Me duché. Me duché más de veinte minutos, en aquel baño pequeño dentro de la habitación. Me sentía sucia. Muy sucia.
Asquerosa.
Cuando salí de allí, él estaba en el marco de la puerta. Solté un grito.
No era por su sola mirada tan perturbadora, si no por su rostro. Tenía cada facción de él, convertido en una representación artística de un demonio. ¿En qué momento lo había hecho?
—¿Te gusta? —sonrió de sorpresa
Me quedé observándolo enmudecida.
Sus ojeras ya no estaban bajo ese oscuro maquillaje.
Sus ojos de pronto, comenzaron a examinarme, hasta que se detuvo en mis ojos con expresión perdida
—Ven —miró hacia la habitación contigua, donde estaba la cama enorme en la que... últimamente dormía yo.
Suspiré. Él salió de la habitación, y lo seguí, con la toalla enrollada alrededor de mi torso desnudo.
—Quiero que escuches algo —me miró serio, y pareciendo ansioso —¿Te gusta la música clásica?
—Sólo prendí el tocadiscos, y sonó lo que allí estaba —repuse seria
Pareció titubear a seguirme preguntando cosas, y miró a un punto fijo.
—Igual. Sé que te gustará esta pieza—se levantó de la cama, y me tomó fuerte de la muñeca
—¡Auch! —me quejé e intenté soltarme
Se detuvo en sus pasos, y volteó a verme
—Lo siento —se disculpó mirándome unos segundos
¿Se estaba disculpando?
Me llevó escaleras abajo con paso calmado. Llegamos hasta un pasillo que parecía ser eterno, hasta que entramos a una habitación bastante más oscura que todas las demás. Me parecía que esta no la había husmeado en la mañana.
Levantó un gran género color crema, bastante manchado por el tiempo quizás, y dejó al descubierto un piano.
Abrí los ojos sorprendida. No había visto nunca un piano de tal tamaño dentro de una casa.
—¿Sabes tocar? —pregunté asombrada
Me miró unos segundos, y esbozó una corta sonrisa.
—Claro que sé —contestó obvio
Se adelantó hasta el banco frente a aquel gran piano, y pareció pensar algo.
Segundos después, comenzó a tocar una melodía que me parecía conocida.
Sentí un escalofrío en la piel. Movía sus manos de una manera tan espontánea... Mantenía los ojos cerrados, ensimismado en lo que sus manos producían.
No pude evitar perderme. Por un momento olvidé la situación en la que estaba. Mi vista estaba totalmente clavada en sus movimientos. Era la sonata claro de luna, de Beethoven.
Paró de tocar el teclado. Se levantó de súbito, y se ubicó frente a mí, haciendo que me recorriera un escalofrío de temor.
Me miró desde muy cerca, y acarició mi mejilla...
Me aparté, y quité su mano. Retrocedí un paso desde donde estaba.
—Esta será nuestra sonata —dijo serio, con los rasgos tensos
Observé de cerca el maquillaje que simulaba ser huesos muy bien detallados. Parecía ser un artista que cuidaba de los detalles.
—¿Que prefieres? ¿Dañar o ser dañada? —me preguntó de pronto
Me quedé confundida frente a eso. ¿Qué prefería? Sin duda no dañaría a nadie. No puedo.
—No voy a hacerle daño a nadie —objeté segura de mis palabras
Me tomó de la barbilla, y se sonrió con un aire de misterio. Esto no me gustaba.
—De acuerdo —siguió alzando sus labios, y se retiró de la habitación, sin decirme nada más
Me acerqué hasta la ventana, una vez él se marchó. El paisaje de cielo gris adornado con nubes, y los árboles en la calle fuera del enrejado inundaron mi visión. Mi garganta se oprimió al pensar en mi madre y mi padre, que posiblemente me estarían buscando. ¿Y si no daban conmigo nunca?
Fijé mi vista en la ventana, y lo que la rodeaba por fuera.
También tenía barrotes de seguridad a su alrededor, al igual que todas las otras aberturas de la casa.
Sinceramente ya me hacía a la idea de quedar encerrada aquí para siempre.
Me resigné, y afirmando mejor la toalla que rodeaba mi cuerpo, me devolví hasta la habitación en el segundo piso.
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Insane
RomanceÉl iba a suicidarse desde el último piso de su escuela, la cual acababa de prender en llamas. Pero el destino quiso que no fuera así. Al lanzarse al vacío, bomberos y una colchoneta inflable lo esperaban ahí abajo. Cuando abrió los ojos, observó a u...