C u a r e n t a y o c h o

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Nos quedamos inmóviles

—Entren —ordenó el tipo regordete y de pelo oscuro

Cayden miraba con odio al sujeto, y temí que fuera a hacer algo estúpido...

Y lo hizo

—¡No! —grité, mientras el rubio se le abalanzaba encima al vendedor

Miré horrorizada, pero con temor a acercarme, hasta que el tipo se quitó a Cayden de encima y le propinó un golpe en la nuca, haciéndolo caer al suelo.

Me acerqué a él, mientras tenía los ojos cerrados y sin dar signos de vida casi

—Cayden... —lo moví—. Vamos, no, no...

—Ya deja al loquito —me regañó el hombre—. Estará bien... bueno, en los próximos veinte minutos porque luego lo mandarán a la silla

Lo miré desconcertada

—¿A la qué? —seguí junto a Cayden

—¿Estás sorda? —me miró aun apuntándome con el arma—. Que lo llevaran a prisión y lo matarán

—Pero la silla eléctrica es ilegal —murmuré

—Oh, no en este estado, mi cielo —sonrió falsamente, y se acercó—. Arrástralo y sígueme

Comenzó a caminar

—No —respondí

Se dio vuelta y balanceó el arma

—No me hagas golpearte como a él... —negó con falsa decepción—. Enserio, no quiero golpear a una chica.

—Pues no lo haga, pero yo no voy a entrar a ningún lado.

—Lo harás. Entrarás, y me van a dar esa recompensa —se sobó las manos—. Esos billetitos me vendrán muy bien

Lo miré confundida, pero decidí seguirlo.

O no es que decidiera, si no lo hacía me golpearía.

Nos dejó en un cuartucho con olor a ratas y oscuro como una cueva.

—Si intentan escapar, Willy los despedazará —miró por una pequeña ventana, que estaba en la pared—. Es un Rottweiler

Lo observé muda, hasta que se dejó el lugar y sentí cerrar con llave los cerrojos

Me eché sobre el torso de Cayden, mirando hacia la poca luminosidad que entregaba esa ventanita.

Pocos minutos después despertó el rubio, y me quité de encima, acurrucándome sobre mis rodillas

—Elise —se acercó a mí, poniendo su mano sobre mi espalda

—No me toques —giré brusca

—¿Disculpa? —me miró con el cejo fruncido—. ¿Qué se supone que te pasa?

—Nada, sólo que estoy encerrada en un lugar que no conozco, con un imbécil y la policía está por llegar —solté enfadada

Sentí una sensación de ahogo de la nada

—Te dije que cuidaras con cómo me tratabas —su mano estaba sobre mi cuello

Comencé a reírme de mala gana

—Imbécil —repetí—. Es lo que eres. No piensas absolutamente nada, lo único que sabes hacer es...—me alcé de hombros—. Hacer lo primero que se te ocurre

—¡Cállate! —me gritó con ira en sus ojos

—¿Golpear al tipo armado? ¡¿En qué estabas pensando, Cayden?! —grité al igual que él—. ¡Pudo habernos matado!

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