Capítulo cuarenta y dos
Fuertes rayos de sol y la melodía aguda de los pájaros. Llevaba un mes despertado así, y se tornaba normal para mí.
Javadd no estaba a mi lado al despertar, por lo que salí de la tienda en su búsqueda pero no tardé en encontrarlo. Estaba dentro del auto, al parecer ordenando algo en los asientos.
—Hola —me sonrió casual—. Iré a la ciudad. Compraré cosas, ya se están acabando
Sentí un rastro de miedo
—Te acompaño —le hablé segura
—No —negó con la cabeza, haciendo que me detuviera—. Tú quédate aquí, cuidando las cosas —me observó unos segundos, pero apartó la mirada, distante—. Y te dejé un arma debajo de mi lado en la tienda. Por si pasa algo
Asentí lento sin saber que decirle
—Nos vemos —se despidió, me miró perdido, y luego se subió a su coche, arrancando por el camino de vuelta.
Me senté en un trozo de tronco que teníamos frente a la fogata, ahora apagada. ¿Y si se iba? Mi mente me atormentó largos minutos con la idea de quedarme sola, pero miré a mi alrededor; Javadd había dejado ropa, pertenencias, prácticamente todo lo que era suyo. ¿Por qué iba a irse?
Aunque desde lo que pasó aquella noche, había estado distante y huraño.
Decidí prepararme algo para desayunar, a pesar de que quizás la hora no fuera de eso.
—Bonito lugar —una voz detrás de mi
Mis manos tambalearon y boté la taza que iba a ocupar
Volteé asustada, y esto me dejó más perpleja aún.
—Cayden —murmuré helada
—Mh, al menos recuerdas algo de mi ¿no? —fingió sorpresa, y se acercó
Pero di dos pasos hacia atrás
—No te asustes, no te haré nada —frunció el ceño
—Claro que no —respondí sarcástica, soltando una sonrisa fingida—. Sólo me matarás. ¿Dónde tienes el arma?
Comenzó a reír como maniático
—¿Crees que soy capaz de matarte? —caminó hacia mi, más rápido hasta que logró detenerme
—Ya mataste a alguien, no veo porque no. Podrías matar a cualquiera —me alcé de hombros, seria
—Tú no eres ''cualquiera'' para mí —respondió
Negué mirando al suelo
—Cayden, vete —le pedí
—Creíste que por fugarte con ese imbécil te podrías librar de mi ¿no? —tomó con brusquedad mi rostro—. Lo siento mucho
—Tú no sientes nada, enfermo —escupí con rabia mirándolo a los ojos
Su expresión cambió.
Por un momento me sentí culpable. No debí decirle eso.
Suspiró
—Dime y haz lo que quieras —sonrió falsamente—. Pero jamás me alejaré de ti.
Su rostro de acercó al mío, tomándome de la espalda. Me arqueé como reflejo
—Y creo haberte escuchado decir que eres mía —habló en voz baja—. Cumple con lo que dices, Elise.
—¡Basta! ¡Déjame en paz! —grité desesperada
—De acuerdo —me miró mal—. Pero... hasta que llegue tu héroe y lo mate. No me gusta quedar con trabajos pendientes
Mi garganta se oprimió.
—Detente —le pedí—. Por favor. Te están buscando por otro incendio, deja de sumarle cosas a tu historial.
—¿Te importa acaso? —alzó una ceja
—La verdad es que si —respondí
Un sentimiento de culpa se apoderó de mí. No entendía que me pasaba.
Miraba a Cayden, y el mismo sentimiento que me había inspirado cuando lo defendí con un arma de aquellos hombres que lo golpearon, volvió.
—Basta. No hagas más estupideces —me acerqué a él—. Te dejarán de por vida en prisión...
—¿Y? —soltó con rabia—. Si me encuentran caeré de todo modos en esa mierda.
Negué enojada
—¡Eres un maldito egoísta! —lo golpeé en el pecho—. Sólo piensas en ti ¿no? Te importa una mierda que esté como idiota afuera encontrando la manera de entrar para verte. De que me arriesgue por ti. ¡No valoras nada, nada! —grité empujándolo con fuerza
Me tomó de ambos brazos, y me detuvo, observándome atento
—Si tanto te importara como me quieres hacer creer, no te hubieras ido asustada al primer error que me viste cometer —negó con furia
—¡Es que no es el primero, Cayden!—exclamé cerca de su rostro
—¡Y no me hubieras traicionado, maldita sea! —gritó como un desquiciado
El mundo comenzó a darme vueltas como un torbellino. Sin poder hacer nada, ya me encontraba perdiendo el equilibrio de mi cuerpo, pero los brazos de Cayden evitaron que me diera contra el suelo.
Veía su rostro asustado gritando mi nombre y preguntándome aterrado que estaba pasando, que no me fuera. De pronto, todo se oscureció.
Cuando abrí los ojos después de eso, me encontré con los rostros desconcertados de Cayden y Javadd. Mi corazón se aceleró.
—¡No! —exclamé—. C-cayden... —lo miré aterrada
—¿Qué sucede? —se acercó, arrodillándose a mi lado
Miré a mi alrededor. Al parecer estaba acostada en la tienda.
—No... no lo mates —murmuré a duras penas
Negó lento
—Tranquilízate —me susurró
Observé más al lado. Javadd estaba con una seriedad que daba miedo, mirándome, como analizándome.
—¿Qué pasó? —les pregunté a ambos
Pero solo Cayden me contestó
—Te desmayaste
—¿Y...? —miré a todos lados—. ¿Por qué?
Negó, alzándose de hombros
Me levanté, de súbito, pero al hacerlo volví a decaer, y me tambaleé sobre los brazos de Cayden nuevamente.
Javadd se tomó la frente.
—Maldición —murmuró y salió de la tienda con furia
No entendí muy bien su reacción
—Oye —Cayden me miró preocupado—. ¿Qué es lo que sientes?
—Nada, sólo estoy mareada y me duele el estómago —respondí sin ganas si quiera de abrir mucho los ojos
Se quedó conmigo, acariciando mi frente, mientras observaba cada movimiento que hacía.
—No... no lo mates —le pedí, cuando estaba quedándome dormida
—Shhh —me silenció
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Insane
RomansÉl iba a suicidarse desde el último piso de su escuela, la cual acababa de prender en llamas. Pero el destino quiso que no fuera así. Al lanzarse al vacío, bomberos y una colchoneta inflable lo esperaban ahí abajo. Cuando abrió los ojos, observó a u...