V e i n t i c i n c o

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Capítulo veinticinco

—Cayden —hablé bajo, poniéndome en cuclillas frente a él

Me miró con el rostro tenso.

—Oye —insistí, en realidad no sabía muy bien que decirle—. Yo...

—Tengo sed, iré a tomar agua —se levantó, y evitándome, salió por la puerta

Quedé petrificada ante su rechazo.

Segundos después, decidí seguirle. Intenté hacer el menor ruido posible. Recorrí muchos lugares antes de descubrir que el baño —que, por cierto, era uno para todos los residentes—, estaba a un lado de la supuesta mesa de ''recepción''.

Tenía, al igual que las puertas de los huéspedes, una hoja con el título ''baño'' en la puerta. Iba a entrar, pero me detuve en seco. ¿Y si Cayden no estaba ahí?

Me acerqué un poco a la puerta, pero no oí el menor ruido. Iba a devolverme en mis pasos, cuando oí una voz y risa femenina en su interior. Me incliné al orificio que había en la puerta, y con cuidado, espié a través de ella.

Algo dentro de mí se contrajo, y se rompió en seguida. Una cabellera rubia de chico, al frente de una chica morena, inundaban todo el panorama.

Mi pecho subía y bajaba como una montaña rusa.

—¡Vamos! ¿Me vas a decir que no te gustaría...? —la chica posó su mano en el abdomen de Cayden y comenzó a bajar lentamente...

Mi visión comenzó a distorsionarse. Jamás pensé que sentiría algo así.

Limpié mi mejilla derecha, con la manga de mi sudadera, mientras aquella chica de grandes caderas se acercaba cada vez más a Cayden.

Iba a marcharme, pero algo me hacía quedarme allí.

—Vete a la mierda, perra ofrecida —le dijo con recelo Cayden, a la vez que alejaba a aquella chica que quería acercarse a él

—¡Cuidado con cómo me hablas! ¡Soy la dueña de...! —exclamó la tipa

—Me importa nada. Me voy de esta pocilga —dijo con rabia y caminó en mi dirección, por lo que salí corriendo a hurtadillas de allí para que no me hallara espiando

Volví a la habitación como un rayo, y me lancé boca abajo en aquella cama estrecha.

Cayden llegó retumbando la puerta de mala calidad, y ordenando lo poco que había sacado de sus bolsos

—Nos vamos de esta mierda —dijo, mientras tomaba todo con prisa

Me levanté calmada, y me acerqué hasta él

—¿Por qué? —le pregunté

—Porqué si —tomó mi bolso, y se lo echó al hombro, a la vez que me tomaba de la mano

Salimos dejando todo abierto, y subimos al carro.

Cayden se quedó contemplando el paisaje, o eso parecía, mientras apretaba el volante

—¿Estás bien? —pregunté

—Si —murmuró casi apagado, y encendió el motor

Nos fuimos con el cielo aclarándose.

Mientras el ruido del motor me inundaba la cabeza, solo podía mirar a Cayden mientras conducía como estatua sin cambiar su posición.

Solo pestañeaba de vez en cuando

—No, ¿sabes? Si me pasa algo —dijo de pronto, cambiando el tono de voz

—¿Mh? —respondí a mi vez, curiosa

No contestó y siguió en silencio por unos kilómetros más, hasta que las luces destellantes de un motel, se aparecieron en nuestro camino.

Nuestra dirección se desvió hacia la entrada de aquel lugar, y me sorprendió porque no se veía que fuera de una calidad terrible como el hostal del que huíamos.

Cuando estacionó en el parking, salió más que rápido, y antes de que pudiese hacer lo mismo, se acercó a mi ventana y me dijo;

—Espérame aquí —me miró serio y salió rumbo a la entrada

Me quedé en blanco, sin pensar en nada, intentando evadir todos mis cuestionamientos o arrepentimientos de haberme aventurado a huír con alguien como Cayden. Pero segundos después, su voz me sacó de cualquier idea.

—Ya, ya arrendé una pieza —me abrió la puerta

Caminé junto a él, atravesando un camino de cemento hasta una entrada enrejada de color negro.

El lugar era cien veces mejor que el anterior.

Pero cuando entramos a la habitación, fue aún más impresionante.

—Demonios, Cayden, ¿Cómo pagaste todo esto? —lo miré abriendo los ojos en sobremanera

Se alzó de hombros, pero había un toque de preocupación o nerviosismo en su rostro.

—De...deja tus cosas en la cama, o por ahí —me dijo con voz temblorosa

Hice lo que me acababa de pedir, y al mismo tiempo oí como abría el grifo de agua... volteé al instante. A un lado de la habitación, Cayden estaba inclinado. Me acerqué hasta él.

—¿Qué suena...? —no pude evitar sorprenderme aún más—. ¿Una tina? ¿Es broma?

—Es un jacuzzi —me corrigió—. O...algo así

De pronto, se quitó el sweater que traía, y todo lo demás hasta quedar en ropa interior.

Se metió como si nada al interior del agua que empezaba a espumarse.

Me quedé allí parada mirándole

—Entra —me pidió

Negué con la cabeza

—Por favor —dijo, mirando al agua, no a mi, con voz suplicante

Me quité la blusa, pantalones, y entré junto a él. El agua estaba tibia, y demasiado agradable. Además, no era un jacuzzi. Era una tina de hidromasaje.

No estaba cerca de Cayden. De hecho, estaba a una distancia considerable. Por lo mismo, él me tomó del antebrazo y me jaló hasta quedar frente a él

—Me siento sucio —suspiró, acariciando mi cintura por debajo del agua

—¿Qué? ¿De qué hablas? —miré a su rostro, pero estaba cabizbajo—. Cayden

—Nada... —negó, alzando la vista hasta mi—. ¿Me bañas?

Lo miré confundida, pero tomé la esponja que estaba a un lado, y el jabón, y lo pasé por su cuerpo. Moví suavemente la espuma por su espalda, y su pecho, mientras Cayden permanecía inmóvil.

Al cabo de unos minutos, sus ojos parecían querer cerrarse.

—¿Quieres...dormir? —pregunté extrañada

—No... no sé —se pasó la mano por el rostro, algo somnoliento—. Me siento relajado, hace tiempo que no me sentía así

—Es mejor que salgamos —pronuncié, tomándolo del hombro

❈ ❈ ❈

Al día siguiente, desperté con una calma que hace tiempo no tenía.

Miré a mi lado, y Cayden... no estaba. Me levanté horrorizada, y empecé a buscar por cada rincón de la habitación.

—¿Cayden? —vociferé hacia la nada

Miré al corredor, pero no había rastro de él.

Busqué los bolsos, y para mi alivio, si estaban. Me senté algo más tranquila en la cama, pero de todos modos me inquietaba que él no estuviera.

Aunque se me había ido un detalle. Cuando miré desde mi ubicación en la cama, pude apreciar que había otra puerta además de la de salida.

Me levanté, y la abrí de inmediato.

Solté un corto grito...

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