C u a r e n t a y s e i s

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Capítulo cuarenta y seis

—Tú no... —se pasó la mano por el cabello, notablemente nervioso—. ¿Cuándo fue la última vez que...?

Me miró dejando la pregunta en el aire, pero sabía a qué se refería

—Hace dos días —respondí seria

—Antes de eso... —Javadd se turbó y bajó un segundo la mirada

—Hace como un mes —respondí rápido

Estaba segura de con quien había estado.

—¿Y eso fue con...? —alzó ambas cejas—. ¿Con quién fue la penúltima vez?

Me sentí asqueada con aquella pregunta. Sonaba como si tuviera muchas parejas sexuales, cosa que jamás haría.

Lo miré con fastidio

—Contigo —respondí—. No he estado con nadie más últimamente.

Me miró afligido.

—Pero... —se tomó la barbilla, tenso—. Tú... ¿Esos síntomas de cuantos meses son?

Fruncí el cejo

—No lo sé...—negué con la cabeza, frustrada

—Esos síntomas son de un embarazo que está recién empezando —soltó, levantándose y caminando de aquí para allá—. A mi tía le pasó así... vómitos, mareos...desmayos —se tomaba el rostro una y otra vez—. Y tenía un mes y medio...

—Entonces...—musité

Se detuvo y se plantó frente a mi

—Vamos a ser padres —murmuré sin emoción

El rostro de Javadd cambió de súbito. Frunció el entrecejo, y sus ojos parecían cristalizados...

Se mordió el labio, temblando.

—No puedes ser... —se volvió a sentar, sobre la improvisada cama de la tienda—. No... No es cierto

Se tomó la cabeza, abrumado y oí como empezaba a llorar...

Jamás lo vi llorar, nunca. Ni una sola lágrima, y aquí estaba botando bastantes frente a mí.

No pensé que odiara tanto la idea de ser padre

—No es enserio...—siguió murmurando—. ¡No! ¡Maldita sea no! —gritó, golpeando al suelo

—Javadd, cálmate —me levanté en su dirección, sentándome a su lado

Negó frenético

—No, no lo entiendes —me miró con el rostro empapado en lágrimas—. No puede ser, ¡No puede!

Lo miré confundida

—Javadd, ya basta. No podemos hacer nada contra esto —comencé a decirle—. No creo que quieras que aborte o...

—¡Es que eres mi hermana! —gritó desesperado cerca de mí, tomando mi rostro con ambas manos—. Alice, mi pequeña hermana, joder, como pude hacerte esto...

Seguía sollozando sonoramente, mientras mi corazón se congelaba

¿De qué estaba hablando?

—Javadd, te estás volviendo loco —solté mientras aún tenía sus manos en mi rostro

Negó con expresión de amargura, y bajó la vista

—Ojalá me estuviese volviendo loco y esto no fuera cierto, pero lo es —se levantó, dejándome desconcertada

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