T r e i n t a

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Capítulo treinta

Luego de tomar todas nuestras pertenencias y acercarnos hacia la dueña de aquel rústico hostal, nos fuimos en dirección al auto.

—Supongo que no querrás también que te llevemos en el auto ¿no? —Cayden se dirigió a Javadd con bastante recelo

El moreno solo le dirigió una sonrisa burlona

—Quizás... —se rascó la nuca—. No. Tengo que llevar mi auto. Eso si, espero que no te aburras en el viaje... —alzó ambas cejas

Cayden lo miró confundido

—¿A qué te refieres? —lo paró tomándolo del hombro

—Elise se viene conmigo. Yo seguiré tu auto —sonrió

Miré sorprendida

—¿Qué? —pregunté

—En tus malditos sueños —respondió Cayden y tomó mi mano dirigiéndome al auto color azul

—Nop —atacó Javadd, haciendo que nos detuviéramos, y volteásemos a verlo—. Ella irá conmigo, porque así me aseguro de que me guiarás bien y no escaparas o algo por el estilo. Así, tendrás que esperarme si o si —se alzó de hombros—. Si te importa Elise, claro.

Miré a Cayden. Parecía que estaba a punto de estallar y estamparle su puño en la cara, pero me soltó de la mano, y asintió, para luego subir al volante de su auto y encender el motor.

—Bien. Sube —me habló el moreno

Subí al copiloto de aquel coche negro. Era un Jeep. Olía a aromatizante de vainilla en su interior.

Javadd subió a su vez, y se acomodó.

—Creo que será un largo viaje... —suspiró, sin dirigirme la mirada

❈ ❈ ❈

Llevábamos media hora exacta de viaje, y Javadd no entablaba conversación alguna. Yo miraba al frente, y observaba el rumbo que tomaba el vocho de Cayden. Quería que pararan ya, y poder conversar con él.

—Oye —rompí el hielo, con la vista hacia él—. Estás...algo callado.

Javadd me miró un momento con desprecio y luego fijó sus ojos en la carretera.

—Es tu idea —respondió seco

No supe que más agregar

A los minutos después, mientras veía como Cayden pasaba por una curva, sentí la mano de Javadd en mi pierna.

Volteé sobresaltada

—Perdón. Fue sin querer —habló serio

—De acuerdo —alcé mis hombros—. ¿Javadd? ¿Te puedo hacer una pregunta?

Volvió a dirigir la mirada de hace un rato y contestó;

—Si

—Bien. ¿Para que necesitabas mi ayuda?

Sentí una risotada

Volteé a mirarlo confundida

—Es obvio ¿no? Para que me ayudes a esconderme de la policía—soltó sarcástico

—¿No podrías solo irte y buscar un lugar solo? —le contesté

—No. Es más divertido interrumpirles su luna de miel —sonrió de lado

Desde ahí no hubo más conversación. Esperé hasta que llegásemos a nuestro supuesto destino. Luego de más o menos dos horas, Cayden entró en un camino apartado de tierra, y llegamos a una cabaña muy alejada de cualquier casa o pueblo.

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