V e i n t i d ó s

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Capítulo veintidós

Desperté, extrañamente bien. No me dolía la espalda a pesar de haber despertado en el suelo. Cayden estaba observándome con expresión seria, y apoyado en un brazo de lado contra el piso.

—¿Qué acaso no duermes? —me reí algo soñolienta

—No, la verdad es que no —respondió seco y serio

Lo decía en broma, pero cuando respondió eso, quedé un poco curiosa.

—¿Qué? —contesté

—Que no duermo. Sufro de insomnio —se alzó de hombros, formando una línea recta en sus labios

Asentí, algo confusa

—¿Aún están las cosas aquí? —pregunté, cambiando el tema

—¿Cómo? ¿Qué cosas?

—Mi cepillo...

—Ah si, aún están. Nadie más la sacaría ¿no crees? —alzó ambas cejas

Me alcé de hombros y fui a la que era mi habitación para buscar mi cepillo y cepillarme los dientes. Mientras lo hacía, me miraba al espejo algo confundida. 

Me preguntaba, si estaría perdiendo la cordura. O simplemente, me estaba enamorando de la persona incorrecta. O sólo era incorrecta si lo veías desde afuera. 

¿Qué es correcto y que es incorrecto, si dichas concepciones las hemos creado nosotros mismos? Quería pensar que lo correcto y lo incorrecto, eran relativos, y que mientras no estuviera haciendo daño a un tercero, esto no estaba mal. 

Aunque, quizás saliera dañándome a mi misma...y después de todo, alguien si saldría dañado. 

❈ ❈ ❈

Cuando salí del baño, Cayden estaba encima de la cama.

Me miró sin emoción, y se levantó del colchón.

—Creo que... mañana me buscarán y me llevarán al loquero que queda a unos kilómetros de prisión —me dijo con un poco de gracia, que yo por cierto no veía

—Lo sé —murmuré sin ganas

—¿Cómo? —miró extrañado

—Por que sé, no preguntes —respondí evadiéndolo—. Y no te irás. Nos vamos a ir de aquí, y no volverán a verte nunca

Frunció el cejo, y comenzó a reír, negando con la cabeza

—¿Nos vamos a ir? ¿Y a dónde? —se agachó, y subió la tela de mezclilla de su pantalón, dejando ver un objeto gris, que cubría su tobillo—. Me tienen rastreado

Eso era lo que Amelia llamaba ''reloj''

—Demonios —murmuré, expulsando aire

—Oye... creo recordar que dijiste que me perteneces —sacó de la nada, se acercó y me rodeó la cintura—.Y si lo haces, puedo hacer lo que quiera contigo

—Tal vez, pero deberíamos pensar en alguna... —ubiqué mi mano en su pecho, separándonos

—Shhh —me calló, quitando mi mano—. Pensemos después. Ahora quiero...

Pasó su tacto por debajo de mi solera, acariciando mi cintura con delicadeza

—No —lo alejé, algo incómoda

—¿Qué? —me miró desconcertado

—Que no. No es momento, joder. Te van a llevar a esa cosa, y tenemos que pensar en algo para que no... —no me dejó terminar

—Me importa nada. ¿Sabes? Si te estoy diciendo que quiero algo, lo vas a hacer —me empujó contra el colchón

—¿Qué te pasa? —me levanté enojada, pero me tomó de los hombros—. ¡Suéltame!

—¡No! —exclamó y volvió a empujarme contra la cama, esta vez tirando de mi pantalón hacia abajo

—¡Basta! ¡Cayden, no me gusta que seas así! —grité, intentando quitarlo fuera de mi cercanía

Se bajó el pantalón y la ropa interior. Se acercó a mi, y sin esperar nada, comenzó a moverse sobre la tela de mis bragas

Sentía sus jadeos en mi oído.

—Cayden, basta, no quiero... —le susurré

—Pero yo si —jadeó nuevamente—.Vamos, sé que también quieres

—¡No! —dije en modo de suplica

Bajó poco a poco la cinturilla de mis bragas de encaje, y en menos de un segundo estaba entrando en mi

—¡Basta! —exclamé—. ¡No quiero! ¡No lo quiero!

—¡Si, si quieres! —comenzó a moverse más rápido—. Vamos, grítame...

—No —dije a media voz—. Por favor...

Pasó su boca por mi cuello, succionando fuerte

—Cayden... —gemí

—¿De quien eres? —preguntó con la voz temblando mientras se movía dentro de mí

—Cayden —insistí con la voz débil

—¿De quién? —volvió a preguntar

—Tu... —cerré los ojos con fuerza cuando sentí que iba a desfallecer en un momento—. Tuya

Cuando oí como Cayden se quejaba y luego caía sobre mi cuerpo sin fuerzas, pude descansar. Se quitó de encima, y se vistió. 

Observé cada movimiento de sus manos. Quería que siguiera, pero al parecer sus ganas se iban rápido y no iba a insistirle. No me atrevía.

❈ ❈ ❈

—¿Cayden? —me acerqué a él mientras buscaba ropa en un armario de su pieza

—¿Qué? —contestó, sin voltearse, mientras rebuscaba entre sus cosas con determinación

—¿Qué vas a hacer? —pregunté

—No lo sé —respondió aún sin tomarme muy en cuenta

—No te puedes ir —le dije—. No puedes dejarme... —terminé casi en un hilo de voz

—No lo haré —volteó esta vez, me miró y luego dejó un montón de ropa encima de la cama

—¿Entonces? —torcí el gesto, desánimada

—Tú solo duerme, mientras lo haces se me ocurrirá algo—medio sonrió, y volvió la expresión concentrada que tenía segundos antes.

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