Revisé mi celular y vi en la pantalla que había tres llamadas perdidas de mi papá; me levanté de la cama con cuidado de no despertar a Ian o a David y salí al pasillo para devolverle la llamada.
—Hola hija— escuche la voz de mi papá— ¿cómo amaneciste?—preguntó.
—Bien, ¿qué tal tú?—pregunte mientras me recargaba en la baranda de madera de caoba.
—Estoy bien—dijo y después hizo una pequeña pausa— escucha, quiero hablar contigo y necesita ser ahora mismo ¿podemos salir a desayunar algo?—preguntó.
Traté de no entrar en pánico, hay muchas cosas que mi padre no sabe y no planeo que aún las descubra.
Me sentiría mejor si no tuviéramos esta conversación para ser honesta.
—Claro— dije— ¿sucede algo?—pregunte.
—Solamente quiero tener una charla con mi hija, nos vemos a las diez en punto en el restaurante que está al lado de la empresa.
—De acuerdo, nos vemos al rato.— me despedí.
Miré el reloj de mi celular, son las cinco de la mañana.
¿Por qué rayos mi papá me marca tan temprano?.
Solté un suspiro y me acerqué a la habitación donde estaba Ros, ya es hora de que se vaya a la escuela.
—¿Ros?— lo llamé, él abrió la puerta a los segundos, ya estaba listo— Buenos días— sonreí— ¿cómo dormiste?—pregunte.
Ros sonrió y me guiñó el ojo.
Lo miré con el ceño fruncido.
—Dime que usaste condón— supliqué.
Ros me volvió a guiñar el ojo y se fue escaleras abajo no sin antes darme un beso de despedida en la mejilla.
Lo seguí a pesar de que moría de sueño.
—Escúchame bien Ros— dije tratando de escucharme seria, pero todos sabemos que yo nunca podré serlo— Más te vale que hayas usado condón porque si dejas embarazada a Abril te irá muy mal no sólo con Ray y conmigo sino que también con mi padre y los padres de ella.— dije seriamente.
Ros asintió levemente mientras se servía cereal.
—Emma no soy estúpido— habló después de varios minutos— si tuviera relaciones con Abril usaría condón—me miró mal— además, no pasamos de los besos, mi novia aún no está lista y respeto eso.
Me quedé en silencio.
No puedo creerlo, ahora que lo pienso me he escuchado como una madre que no le tiene confianza a sus hijos, pero me preocupo tanto por mi hermano que es imposible ponerse tranquila con esos temas.
—Nos vemos más tarde.— murmuró cuando terminó de desayunar y salió de la casa.
Solté un suspiro y caminé hacia mi habitación, Ian estaba acostado con David en su pecho, el pequeño ya se había despertado y ahora estaba jugando.
Sonreí y lo quité de encima de Ian, después me acosté abrazando a David, él se quedó tranquilo y cerró sus ojos.
—¿Cómo te fue con Ros?—preguntó Ian después de varios segundos en silencio.
—Mal.—murmuré y cerré mis ojos.
Sentí los brazos de Ian al rededor de mi cintura, me acerco más a él y yo acomodé a David para no lastimarlo. Me giré para ver a Ian.
—Ya se le va a pasar, tranquila.—dijo mientras depositaba varios besos en mi cabeza.
—Hoy iré a desayunar con mi papá.—murmure y cerré mis ojos.