-Desahogo.

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POV Bárbara

Han pasado tres días desde que Emma dio por terminada la relación con mi hermano, desde entonces Ian es muy frío, incluso conmigo, es grosero y bebe más sangre que James y yo juntos. Me adentré al sótano y pude ver a Ian tirado en el suelo mirando a la nada.

-Hey- lo llamé, él no se movió, me acerqué a él y me senté a su lado—Quieres hablar?-pregunté acariciando su brazo.

Él me miró y sonrió de lado.

-Tenias razón hermana- dijo, lo miré sin entender- no está bien relacionarse con humanos, al final los únicos que salen heridos somos nosotros- volvió su mirada a la nada.

-Tal vez Emma tuvo sus razones para...

-No- me interrumpió con rabia- no la menciones, no quiero saber nada de ella- se levantó del suelo y caminó por todo el lugar- necesito beber sangre- me miró, tenía su rostro lleno de venitas, últimamente siempre está así.

-Hagamos un trato- dije, él me miró atento y se volvió a sentar a mi lado- dime cómo conociste a Emma y te daré toda la sangre que quieras.

Ian me miró dolido, sé que le duele, pero es necesario, nadie sabe exactamente como es que los dos se conocieron y si quiero ayudar a Emma y a Ian necesito saberlo.

-¿Por qué?-preguntó mirándome fijamente.

-Desahogo- me encogí de hombros- tal vez así te sientas mejor.

Él soltó una risa y después puso sus manos en su cara, quiere llorar, hice una mueca, no me gusta ver a mi hermano así.

-Pues- me miró y tragó saliva- sabes que yo estaba encerrado en el castillo- asentí y lo miré con atención.

POV IAN

Contar esto es muy doloroso, pero tal vez Bárbara tenga razón y me ayude a sentirme un poco mejor, además nadie sabe cómo nos conocimos.

Me acomodé frente a ella y la miré atento, esto no es fácil.

2016

Estaba sentado en la antigua silla de madera, miraba hacia afuera o bueno, al cielo, aunque fuera de día era lo único que me entretenía en todo este tiempo, no sé qué año es o cuánto tiempo ha pasado, lo peor es que no tengo salida, mi prometida murió hace mucho tiempo porqué era humana y a lo que yo eh escuchado ella era la única que podía liberarme.

Escuché un ruido a lo lejos, venía acercándose pues el sonido se hacía más notorio. De seguro otras personas que creen que pueden entrar al castillo, sonreí de lado, si tan solo pudiera salir de esta habitación y atacarlos, hace años que no me alimento bien. Escuché muchas voces, eran jóvenes, rodé los ojos, lo que me faltaba.

-Esto me da mala espina-escuché decir a una mujer.

Deberían de hacerle caso e irse.

-Vamos- escuché a dos chicos y después sus pisadas rápidas, están en la entrada del castillo, intentaron abrir la puerta varias veces pero no pudieron, sonreí con resignación.

-Está cerrado, vámonos-escuché a la misma mujer - mierda- rodé los ojos, no tiene respeto.

-¿Estás bien?- se escuchó la voz de un joven.

-Si estoy bien- contestó la mujer molesta—vámonos mejor-dijo  y después se escuchó un golpe, fruncí el ceño.

-Lo que hacía falta era tu peso- se burló otra mujer.

Siempre fuiste tú | 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora