Meghan me entregó tres paquetes de globos de colores y me sonrió.—¿Tantos globos?— pregunté mientras me levantaba de la silla en la que me encontraba tumbada hasta hace unos segundos.
—Solo infla dos bolsas, seré feliz con eso amiga—sonrió— pídele ayuda a Ros y a su amiga.
Asentí con la cabeza y salí al jardín en busca de mi futuro ayudante y su amiga.
—Ros.— murmuré mientras caminaba en la obscuridad.
Hace rato que Ian me trajo a casa de Meghan para dejar a David, la idea era dejarlo e irnos pero Meghan me rogó que me quedara para ayudarla con los preparativos de la fiesta de mañana. Como siempre, acepte; solo espero que Ian no se haya molestado más de lo que ya estaba.
Cuando Ian mencionó el tema de tener un bebé me quedé congelada por mucho rato, demasiado diría yo ya que Ian simplemente cambio el tema diciéndome que era hora de irnos.
—Ros, necesito de tu ayuda— dije caminando aún por el jardín.
Me detuve al escuchar unos ruidos extraños, bueno, no tan extraños ya sé que es lo que está sucediendo.
Ros y su amiga están teniendo una sesión de besos.
Rodé los ojos y volví a entrar a la casa topándome con Ray.
—Hola enana— saludó algo sorprendido— ¿qué haces aquí?—preguntó.
—Meghan quiere ayuda con la fiesta de David.— respondí mientras me encogía de hombros para restarle importancia.
—¿Hay algún Haye por aquí?—preguntó.
Negué con la cabeza y sonreí.
—Bien— hizo una pausa y me miró a los ojos— en unos días Meghan y yo cumplimos meses de casados— sonrió haciéndome sonreír— quiero llevar a mi hermosa mujer a un pequeño viaje a solas y quería pedirte que cuidaras de David y Ros, claro si no te...
—Idiota cállate— lo interrumpí— claro que puedo cuidar de los niños— sonreí.
Él soltó una pequeña risa.
—Emma tú eres una niña todavía.— me abrazó.
Sonreí.
—Soy una señorita Ray.— murmuré al mismo tiempo que le devolvía el abrazo.
—Te adoro tonta, gracias.
Nos separamos y cada quien siguió con lo suyo, yo fui con Meghan y le ayudé con lo que podía; algo que odio y amo de Meghan es que ella es muy perfeccionista, siempre quiere que todo quede perfecto y no le importa hacerlo mil veces con tal de que quede bien y eso está sucediendo ahora mismo.
—¡Mal!— hizo una pausa— el betún del pastel es azul marino y yo lo quería azul rey— dijo al borde de la desesperación.
Rodé los ojos por milésima vez.
—Es lo mismo Meghan.— murmuré.
Meghan me miró con si hubiera dicho la peor estupidez de toda la vida y después me aventó el delantal.
—Necesito esos cupcakes para mañana al medio día así que tenemos mucho trabajo que hacer Emma.— dijo mientras buscaba moldes y harina en toda su cocina.
—Solo déjame llamar a Ian para avisarle que llegaré tarde.— dije tomando mi celular.
Meghan asintió y siguió buscando los demás ingredientes.